Hace mas de cinco años que mi madre se había divorciado, en muchas ocasiones lo habíamos comentado y siempre me decía lo mismo. A pesar de que yo le animaba a que se buscase un hombre ella insistía en que el único hombre de su vida era yo. La verdad que era una lástima pues mi madre, que me tuvo cuando ella tenía 16 años, conservaba una una figura que más de una niña de 18 quisiera tener. A sus 38 años era el centro de miradas cada vez que salíamos de compras. Mas de una vez nos han dicho si éramos pareja, pues aunque yo tuviera 22 años y mi madre 38, la diferencia física no se notaba. No era porque yo aparentaba ser mas mayor de lo que soy, pues me cuido bien y voy al gimnasio todos los días, es porque mi madre también se cuida, va al gimnasio todos los días, hace dieta sana y se viste con ropas que le marcan la figura. Le sienta bastante bien lo que se pone y ella lo sabe, aunque lo niegue le gusta presumir. Lo que yo nunca entendía era por qué no buscaba un novio y dejaba la escusa de que yo era el único hombre de su vida. Una noche comprendí todo.

Era un viernes por la noche, estuvimos haciendo unos ejercicios aeróbicos en conjunto, pues a ambos nos gusta el deporte. Esa noche me di cuenta que mi madre se rozaba conmigo mucho mas de lo normal, parecía una chica de mi edad. En cada ejercicio que hacíamos ella buscaba la forma de rozar mi pene o de poner sus tetas en mi cara. A pesar de que era mi madre no podía evitar fijarme en sus pechos, tenía una camiseta de lycra y el sujetador deportivo que usaba se los afirmaba. Ella se daba cuenta y en ocasiones me abrazaba y llevaba mi cara a sus pechos, no me lo podía creer, era mi madre y yo estaba disfrutando con sus juegos de jóvenes. Ella se daba cuenta de que eso a mí me gustaba y seguía rozándome cada vez que podía, parecía como si quisiera ligar conmigo. Seguimos con el programa de ejercicios, uno de ellos era de fuerza y consistía en que una persona agarra a otra de la cintura y tira para atrás mientras que el otro intenta andar para adelante. Primero me agarraba mi madre y yo tenía que andar, se puso detrás de mi y cuando agarró mi cadera apretó sus pechos contra mi espalda a la vez que me daba un beso en la oreja. Aquello me gustó mucho y no me lo podía creer. Yo soy más fuerte que mi madre y no tuve inconveniente en andar unos seis o siete pasos, todo entre risas mientras ella me intentaba frenar de manera inútil. Luego nos cambiamos y fue ella quien agarró mis manos para llevarlas a sus caderas, pero en vez de arrancar a andar lo que hizo fue pegar su culo contra mi entrepierna, mi verga que estaba medio empalmada no pudo evitar ponerse dura al rozarse tanto con el precioso culo de mi madre, ella que lo estaba notando empezó a moverse como si estuviese bailando, aquello era surrealista, yo tenía a mi madre agarrada por sus caderas mientras bailaba pegando su culo a mi polla que se me estaba poniendo muy dura. Aunque era mi madre era una mujer bastante guapa y me estaba poniendo muy excitado. Agarró mis manos y las llevó a sus pechos, los tenía bien afirmados y duritos. Estuvo un momento con mis manos en sus pechos y su culo pegado a mi pene, yo estaba entre lo incrédulo y el gozo. Al cabo de pocos minutos se dio media vuelta y puso mis manos en su culo, me dio un besito corto en los labios y me dijo que me fuera a la ducha, que en un rato íbamos a cenar, miró mi verga y vio que estaba grande y dura, la acarició y con una sonrisa me dijo que me fuera a la ducha, ella se fue a su dormitorio.

Me fui a mi dormitorio a desnudarme, después me puse el albornoz, mis zapatillas y me fui al cuarto de baño para ducharme, estaba algo confundido pues estaba sintiendo un placer inmoral que me tenía en un dilema. Es mi madre si, pero está muy buena y tiene un cuerpo que muchos hombres quisieran gozar. Abrí el grifo del agua caliente dejé que fuera saliendo hasta que alcanzara la temperatura deseada, mientras tanto me quité el albornoz y lo puse en el perchero. Me metí en la ducha y cuando llevaba un par de minutos escuché la puerta, no me extrañó pues muchas veces me estoy duchando y mi madre entra para llevarse algo o para hacer uso del wc. La ducha tiene una mampara corredera que preserva la intimidad de ambos y nunca tuvimos problemas a la hora de usar el cuarto de baño mientras alguien está en la ducha. El caso es que esa vez mi madre no iba ni a usar algún maquillaje ni a sentarse en el wc, oí como corría la mampara y cuando abrí los ojos pude ver a mi madre desnuda entrar en la ducha. Me quedé fijamente mirándola, la imagen de mi madre sin ropa me gustaba, su pelo negro rizado caía sobre su cuello, sus pechos, firmes y bien puestos eran hermosos, sus caderas un placer a la vista y su entrepierna no ocultaba nada, estaba toda depilada. No me podía creer que aquella belleza fuese mi madre, ya la veía vestida y era bastante guapa pero desnuda, su cuerpo ganaba al de muchas chicas de mi edad con las que me he ido a la cama.

- Supongo que no te importará que me duche contigo, no te asustes porque soy tu madre y te he criado, no voy a ver nada que no haya visto antes. ¿Qué te parece mi cuerpo?.

No supe que decir, estaba totalmente paralizado, no me quitaba de la cabeza que aquel cuerpo desnudo que tenía delante era mi madre. Asentí con la cabeza y con una sonrisa casi forzada, mi madre se giró y me preguntó por su culo. Le dije que era hermoso, uno de los mejores culos que había visto. Se volvió para mi y me abrazó, yo la abracé a ella, la rodee con mis brazos pero ella llevó mis manos hasta su culo, quería que lo amasara. Mientras tanto ella empezó a jugar con mi verga, la acariciaba, la miraba, la volvía a acariciar. Me miró y me dio un beso con lengua. No sabía que hacer, estaba totalmente inhibido, no puedo negar que aquello me estaba gustando pero ella era mi madre. Dejó de besarme y su boca comenzó a bajar por mi cuerpo, ¡¡mi madre me iba a hacer una mamada!!, su mano que estaba apoderada de mi polla dejó de moverse, yo seguía inmóvil, aquello me estaba superando. Sus labios se posaron sobre la punta de mi pene, lo tenía durísimo, empezó a lamer sólo mi prepucio mientras me hacía una paja, aquello era lo máximo que una mujer me había hecho, su lengua se paseaba por la punta de mi verga, el placer era tan grande que ya no podía pensar que era mi madre, y eso que sólo había empezado. El movimiento de su boca le fue ganando terreno a la mano, cada vez mi pene se perdía mas adentro de la boca de mi madre, una boca succionadora que lamía toda mi polla con la lengua mientras que con sus labios apretaba de vez en cuando agudizando el placer. Estaba a punto de correrme y le avisé, pero hizo caso omiso, hice esfuerzos sobre humanos para evitar descargar mis huevos pero no podía luchar contra el placer que me producía la mejor mamada de mi vida. Mi pene estalló expulsando toda la lefa que tenía en mis pelotas mientras mi madre seguía con la mamada, tragando toda la leche que brotaba como si fuese un volcán en erupción. Siguió un poco mas y luego paró, dejó que mi miembro descansase. Aquello fue lo mejor que me había pasado y lo había hecho mi madre. Nunca lo habría imaginado. Mi madre se incorporó y tomó la ducha para echarme el agua por encima, luego agarró una esponja y la empapó de gel, quería lavarme como ella hacía hace muchos años, cuando yo era un niño. Estuvo pasando la esponja por todo mi cuerpo, haciendo especial hincapié en mis genitales. Cuando ya me tuvo todo limpio tomó de nuevo la ducha para quitarme el jabón, luego se mojó ella y me dio la esponja para que la lavase. No salía de mi asombro, tenía delante a mi madre desnuda que me acababa de hacer la mejor mamada de mi vida, luego de lavarme me da para que la lave yo a ella. Se giró y me dio la espalda, estuve un rato contemplando el cuerpo de ella, nadie diría que tiene 38 años y mucho menos que es mi madre. La empecé a lavar por el cuello, fui llevando la esponja por su brazo hasta llegar a su barriga. Aquello me puso como una moto y me había olvidado por completo que aquel hermoso cuerpo pertenecía a la que me trajo al mundo. Seguí con la esponja por su barriga y la subí hasta los pechos, ahí puse especial atención, aquellos pechos eran las delicias de cualquier hombre, empecé a darle para un lado y luego para otro, la mano con la que tenía la esponja recorría el busto de mi madre de un pecho a otro, acariciándolos y disfrutando de cada centímetro de piel. Tomó mi otra mano y la puso en sus caderas, empujando para llevar mi cuerpo hasta su espalda. Noté como mi pene tocaba entre sus nalgas, aunque no estaba erecto del todo, seguí limpiando la parte delantera de mi madre mientras ella movía de vez en cuando su culo para ir despertando de nuevo mi polla. Ya tenía el busto perfectamente limpio así que bajé la esponja por la barriga hasta llegar a sus caderas, me sentía un poco reacio a tocar el canal vaginal por el que salí pero el nivel de excitación al que me estaba llevando mi madre con su movimientos de culo hizo que perdiera la cordura totalmente. Dejé de ver a mi madre como tal, en cuestión de segundos empecé a tratarla como si fuese una zorra más a la que me había follado. Bajé la esponja hasta su depilado chocho, con mi pie le separé las piernas un poco para que abriera paso a mi mano, era hora de que tomara el control de mi cuerpo. Empecé a limpiar su entrepierna mientras ella, que se había percatado del cambio de mi punto de vista, seguía moviendo sus caderas alegrando mi pene, que estaba adquiriendo de nuevo un empalme en condiciones. Mi mano bailaba entre sus piernas, la esponja le acariciaba el clítoris y aquello le estaba dando un placer, mi pene, que ya estaba totalmente erecto, había encontrado un hueco entre las cachas del culo de mi madre, cada vez que ella se movía la punta de mi polla tocaba su ano, eso me estaba dando un gustazo enorme.

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Estuve un rato acariciándole el clítoris con la esponja. Noté como su respiración había subido el ritmo. Entre pequeños jadeos me dijo que le limpiase la espalda, así que se agachó para ofrecérmela. Al agacharse noté como mi polla, que estaba justo en su ano, entró por su coño de golpe mientras se escuchaba un gemido de placer. La verdad que no me esperaba penetrarla de esa manera pero parecía que sí se esperaba ser follada, pues no se sobresaltó como yo. Empecé a darle con la esponja en la espalda mientras mi polla permanecía dentro de ella. La fui moviendo para adelante y para atrás poco a poco dándole un gustazo enorme. Al final cuando ya tenía toda la espalda limpia tomé la ducha y sin dejar de penetrarla la empecé a enjuagar. Se incorporó un poco aunque no permitió que mi pene saliera de su interior, una vez no quedo nada de espuma ni en su espalda ni en su pecho la agarré por las caderas y empecé a moverla mientras mi polla entraba y salía de su coño. Aquello me gustaba y mi madre estaba disfrutando viendo como su hijo la hacía gozar con su polla, sus pechos se movían para todos lados, los agarré mientras seguía embistiéndola una y otra vez. Notaba como mi madre respiraba más fuerte, sus pechos se pusieron más duros, comencé a darle pequeños mordiscos en la oreja y pellizcos en los pezones a la vez que no dejaba de follarla.

Los jadeos de mi madre me volvían loco, yo ya no era yo, me estaba convirtiendo en una bestia que golpeaba con mi polla una y otra vez dentro de su coño. Volví a tomarla por las caderas y empecé a manejarla como si estuviese en un toro mecánico, sus gritos de placer me llevaban a la locura, no podía parar aquello. Mi corazón estaba acelerado y mi respiración acompañaba a la suya, mis caderas chocaban con su culo cada vez que mi polla entraba dentro de ella. El sonido de nuestros cuerpos al golpear era cada vez mas rápido, al igual que los jadeos de mi madre, que estaba presa de mis manos y siendo penetrada repetidas veces, cada vez mas violentamente.

Estaba loco, había perdido la cabeza, el placer que estaba sintiendo mientras me follaba a mi madre era algo que hacía que yo me comportase como un animal, follándome con cada vez mas violencia a mi madre. Lo mejor de todo es que ella, mas que sentir dolor sentía placer, un pequeño alarido placentero acompañaba a cada una de mis embestidas, no podía más, aquella locura iba a llegar a su broche final.

El ritmo de penetraciones se aceleró hasta el límite de nuestros cuerpos, la fuerza de las sacudidas eran bestiales, mi madre gritaba entre dolor y placer y yo no podía retener mas lo inevitable. Empecé a correrme dentro de ella, toda mi leche inundó su dulce coño pero seguía penetrándola, aunque cada vez mas despacio. Mi madre que estaba notando correr dentro de ella mi líquido seminal soltó un grito de placer mientras apretaba su culo contra mi cuerpo para no dejar salir mi polla. Las penetraciones pasaron de ser algo salvaje a convertirse en un suave movimiento. La seguí penetrando un poco mas mientras recuperábamos el ritmo de la respiración.

Se incorporó pegando toda su espalda a mi pecho, la abracé y le dí un beso en el cuello, estuvimos así por lo menos cinco minutos, dándonos caricias y besos hasta que nuestros cuerpos volvieron a latir a un ritmo normal. Mi madre ya calmada se dio la vuelta y me dio un largo beso con lengua. En sus ojos pude comprobar el placer de un polvo bien echado. Me acarició la cara y me dio un beso en la frente.

- Has sido un niño bueno con mami, espero que no sea la última vez.

Dicho esto tomó su albornoz y se fue a su dormitorio, dejándome sólo en el cuarto de baño mientras volvía a la realidad. Acababa de follarme a mi madre como un salvaje y ella había disfrutado. El remate fue su frase final, “espero que no sea la ultima vez”. Sonreí mientras pensaba la cantidad de cosas buenas que iba vivir con mami.