LA PROSTITUCIÓN ES VIOLENCIA
Entrevista a Sonia Sanchez

Sonia Sanchez viene de Bolivia, alli estuvo dando talleres y presentando el libro ”Ninguna mujer nace para puta" que escribió junto a María Galindo de Mujeres Creando. EI encuentro demoró, pero cuando finalmente se produjo, la historia de Sonia y sus reflexiones surgieron con una claridad que la cronista eligió que hablen por si mismas.

”Vine a Buenos Aires, desde el Chaco, a trabajar como empleada doméstica, a los casi 20 anos. Sin conocer absolutamente nada, así que los patrones me fueron a esperar a Retiro, y de ahí me llevaron a Floresta. Estuve casi 8 meses, manejaba la casa, planta baja, primero y segundo piso; muy grande y era yo para todo. Me levantaba alas 5:30 de la mañana y me acostaba ala 1:30. Tenía que preparar el desayuno para mis patrones, limpiar a los niños, mandarlos a la escuela, y después limpiar toda la casa.

El tema es que a mí siempre me ha gustado leer, dejé de estudiar para trabajar. El domingo, que era el único día libre que tenia, leía el diario. Leía todo, hasta los clasificados y me daba cuenta de que no llegaba a cobrar ni la cuarta parte de Io que decía el diario. Dejé pasar así un mes. Un día me siento y les digo a ellos, “miren, yo necesito que me aumenten porque estoy mandando plata al Chaco, y además yo leo y no me están pagando lo que me corresponde. Ellos muy tranquilos me dijeron, "mira, si quieres esta va a ser tu paga, nosotros no te vamos a aumentar”. Creían que yo iba a seguir aceptando porque no tenía ningún familiar acá, ni ningún conocido, y a donde iba a ir. Entonces les dije que buscaran a alguien porque yo me iba. No sabia a donde, cada vez que salía iba con una libretita anotando porque no conocía nada. Enseguida consiguieron otra persona y me fui. El mes entero de pago me alcanzo para quince días de un hotel de cuarta, y dejé algo de dinero para comprar el diario. Ahí me di cuenta que no tenía ninguna referencia para conseguir trabajo. Podía hablar muy bien, podía pedir que me pongan a prueba, cuidar señoras, cuidar niños, limpiar ollas. Pero nadie me dio trabajo porque no tení referencias. Terminé durmiendo en Plaza Once. Estuve unos cinco meses durmiendo ahí. De día dormía en el tren de Once a Moreno; y de noche, el monumento no estaba enrejado todavía y me acomodaba en un rincón pero la pasaba despierta por el miedo. Toqué puertas por todos lados, fui al ejército de salvación, porque quería lavarme para seguir buscando trabajo. La marginación es una cadena. Tenía que tener un peso, dos pesos para bañarme o dormir ahí. Yo les decía “estoy durmiendo en la Plaza Once, no me puedes pedir un peso porque no tengo”. Recogí la comida de los tachos, pero ya no daba más. No daba más del hambre, del miedo que sentía, de no tener un techo y poder descansar bien. Y además la humillacion que me hacían pasar las mujeres, que todavía hoy siguen limpiando los baños de la estación, porque a veces me recostaba en el sillón y no me dejaban dormir.

Estaba muy desesperada. En esos casi cinco meses veía a esas mujeres, pero yo siempre estuve en mi nube. Vengo de una familia muy pobre, pero mi madre siempre nos hizo estudiar. Ella lavaba en una casa, fregaba en otra, y nosotras lo único que hacíamos era estudiar. Yo estaba en mi mundo de estudiante, no sabía lo que era la prostitución, no sabía lo que era una travesti. No conocía nada de este mundo. Yo lo que veía eran estas mujeres, ahí paradas que se arreglaban, iban y venían, pero no sabía nada.

Un día me acerqué y le dije “mira, yo me llamo Sonia Sánchez, estoy durmiendo en la plaza, no doy más”. Lo único que tenía era una cartera y lo único que salvé fue mi documento. Recuerdo su rostro, era una mujer de unos casi 50 años, y me dijo “mira, yo hago esto, vos sos joven”, claro yo tenía apenas 21 años. “Mirá, yo te doy plata, anda a comprarte un Shampoo, una crema enjüage y vení; solos se te van a acercar”. Y después no recuerdo bien, fue mi manera de defenderme. Sé que me fui a la ducha, me arreglé, me bañé, me puse una ropa bonita. Y ahí fue el primer pase, que se dice, no recuerdo cuanto duró si fueron quince minutos, tres horas o diez horas. Esa fue la segunda relación que tuve. Debe ser tan traumática que por eso no la recuerdo. Después no sé cuantas horas habré estado bajo la ducha. Cuando vuelvo en sí de nuevo, sé que tengo que volver a hacer eso para tener un techo al día siguiente.

He sido prostituída cinco años de mi vida. Nunca lo viví como un trabajo, siempre lo viví como una violencia. Y eso puedo discutirlo con el que sea. La prostitución no es trabajo, es violencia que se ejerce contra el cuerpo de las mujeres, además es violencia psíquica. Es tremendo. El cuerpo puede perder la memoria pero aquí en la cabeza queda. Me pregunto si ser violada es trabajo, si ser manoseada es trabajo, si ser violentada sistemáticamente es trabajo. Cada quince minutos, cada hora; ESO es trabajo? Porque eso es la prostitución.
Ser hambreada es trabajo? Eso no es trabajo. Es violencia. La prostitución tiene un solo idioma: violencia."

MUIERES EN SITUACIÓN DE PROSTITUCIÓN

Ya había dejado la prostitución después de cuatro años. Vuelvo al Chaco, me compro una casa, pongo un negocio de ropa. En un mes me roban cinco veces y no puedo levantar.

Vuelvo a la calle un año más y ahí se completan cinco para poder pagar abogados y todas esas cosas. Ahí es cuando me quedo a vivir en Buenos Aires.

Conocía a las mujeres, de los calabozos de la Comisaría 50, o del asilo San Miguel donde estábamos 21 días detenidas. Y siempre me insistían, ‛‛Sonia tienes que venir a la organización’‛. Un día fui y empecé a aprender que era la organización, que era AMMAR, aprendí algunos derechos, empecé a conocerlo que era la CTA por dentro.
Y después, fueron pasando cosas muy fuertes, en el 2000 empezaron a meternos esto del “trabajo sexual”.

Nosotras las putas somos absolutamente mentira, no hay una parte de la puta que sea verdad. La puta duerme en un colchón de mentiras, todo el tiempo, porque sino no podría soportar nada. Y compra todos los versos. Yo me he comprado el de trabajadora sexual cuando estaba dentro de la CTA. Me presentaba así y nunca me senté a pensar por qué. Sólo que a mí me aliviaba, yo estaba maquillando una realidad. Nosotras jamás discutimos si esto era trabajo o no. Para la gente de la CTA, ‛‛VOS SOS trabajadora, SOS compañera". Cuando arman una reunión para hacer el sindicato legal, estaba todo preparado, hasta de Genaro nos estaba esperando, faltaba la firma nuestra. Y ahí entramos en pánico, nunca lo habíamos discutido entre las putas. No puedo discutir si la prostitución es trabajo O no con un sindicalista, cuando el tipo es un prostituyente.

Empezamos a ver como discutir con las de la calle. Y cuando discutes con las putas de la calle, todas nos pedían trabajo. Te están diciendo que eso no es trabajo. Cuando van a buscar a sus hijos a la escuela no dicen “soy trabajadora sexual”, dicen “cuido niños, cuido ancianos, soy una mujer desocupada”. Entonces por qué sindicalizar? Por qué legalizar, o blanquear algo cuando vas a seguir tapada? Le vas a hacer el juego al gobierno, a tres o cuatro proxenetas que viajan por el mundo con ese verso y que no se paran más en la esquina y viven de las que siguen en la calle. El del trabajo Sexual es un discurso fracasado.

Con esta postura en el año 2002 me echaron de la CTA. Era un lugar donde las putas no teníamos decisión propia. Ahí armamos AMMAR Capital. Empezamos solas a trabajar, las reuniones las hacíamos en el comedor de mi casa, y después la Iglesia metodista del barrio de Flores nos dio un lugar para repartir la caja de mercadería. Era el 2001, todas pasábamos muchísimo hambre.

Estábamos sentadas en el suelo y la pregunta era “qué somos?, quiénes somos?, hacia dónde vamos?” Nos acababan de echar de un espacio ‛‛progresista” por no querer que nos impongan una identidad. ¿Qué somos si no somos trabajadoras sexuales? No podíamos pronunciar la palabra prostituta. Nos quemaba. Pero antes de eso, yo preguntaba, qué somos? o ya hemos nacido putas? No. Una decía ‛‛madre". No, antes de eso somos mujeres. Fue toda una tarde hasta que pudimos decir la palabra mujer.

Entonces decidimos presentarnos como mujeres en situación de prostitución.
En el 2006 yo renuncié a AMMAR Capital. Por qué tenemos que repartir forros? Nos venden el discurso de que es para que las putas se cuiden. Es mentira, es para que el prostituyente no se enferme, cuando él es el que te infecta a vos. Qué pasaba cuando decíamos que la prostitución no es trabajo? Queremos trabajo. No tenemos educación, queremos educación. Pedíamos esas dos cosas y el gobierno nos respondía con 7000 forros y 240 cajas de alimentos por mes.

Queríamos micro-emprendimientos, la puta no tiene cultura del trabajo, tiene cultura de la explotación. Había anotadas 50 y nos daban para 10. Aprendían a hacer cosas, pero para vender a dónde. Si las vendías en la calle, te perseguían como a los vendedores ambulantes.

Teníamos un espacio que se llamaba “espacio mujer”, era todos los miércoles y debatíamos sobre el tema de la violencia intrafamiliar e institucional, llegamos a nombrar al marido como fiolo, a decir que éramos violadas cuando no teníamos ganas de tener sexo. Tres fiolos participaron de algunas reuniones porque las mujeres los traían para que escucharan. Fue un espacio muy fuerte, muy rico, que se acabó cuando cayeron nuestras dos compañeras presas por lo de la legislatura, Marcela Sanagua y Carmen lfrán.

MUJERES CREANDO

En el 2006, María Galindo hace la muestra “Ninguna mujer nace para puta” y me invita. Traemos esa muestra a Argentina, al Centro Cultural Borges, por ahí pasaron más de 5000 personas. Ahí comenzamos a desdibujar las fronteras del patriarcado para que exista la buena y la mala. La iniciativa nació desde la puta. Ahí tuvimos voz propia desde un lugar no permitido. No era la Calle, ni el burdel. Y ahí operaron los parásitos, los que te vienen a ayudar pero en realidad te expropian tu lucha. Operaron en lo peor de nosotras, termina la muestra, y AMMAR con una ruptura. Para mí la Organización tenía sentido para pensarnos y pensar, corrernos de lugar. Digas trabajo o digas “situación de prostitución”. Yo no me organicé para seguir estando presa.

Los ghettos son un fracaso. La puta tiene un guión oficial que es el Sida, IPS y forro. ¿La puta discute sobre economía, política o educación? iEstá atragantada de forros! Tus interlocutores son otras putas y el fiolo. Es un mundo muy pobre. En cambio si te organizas con otras mujeres tu mundo crece, se hace mucho más rica la discusión.

Ahora estoy en Lavaca que es una cooperativa de periodistas, aunque no soy periodista me han abierto ese espacio. Hemos formado un grupo que Se llama ‛‛Las Locas". Es una palabra que nos dicen a las mujeres para descalificarnos. Y desde la locura puedes crear. Hay periodistas, hay una puta, hay maestras, una estudiante, diversos mundos de mujeres que no tenemos miedo de decir lo que sentimos, de hacer un escrache y de sostener un debate político sobre nosotras en esta sociedad. Empezamos este año en un Congreso de VIH Sida de América Latina y el Caribe. Lo organizaron las trabajadoras Sexuales de la CTA y vinieron de Brasil y otros países, mucha plata. Cobraban 250 dólares para entrar.

Hicimos un volante que decía “mientras ustedes hablan las putas se siguen infectando”. Y de eso no hablan. El forro que te dan te lo saca el prostituyente con 5 pesos más. Te prostituye el hambre por 15 pesos, el prostituyente te da $20 pero saca el forro. Con el hambre no hay negociación posible. Debemos discutir esto, pero no entre putas, no se les puede meter más culpa a esas mujeres. Esa mujer que no lo usó, no viene al otro día a decir ‛‛mira no lo usé" porque le dá vergüenza, porque el día anterior y el anterior y el anterior te viene escuchando como loro.

Hay que discutir con el Ministerio de Salud, con las ONGS porque esto no sirve. Hoy al SIDA le cuesta 5 pesos entrar a tu vida. No se discute a fondo el tema de la prostitución. Se habla de la zona roja, de las travestis, de las putas; pero nunca del prostituyente. Al que consume, al tipo que busca no se lo pone en cuestión. Ni siquiera las organizaciones de putas. El fiolo, la policía y el prostituyente están los tres al mismo nivel. Es una cadena de explotación. Esto las organizaciones de putas no lo cuestionan. Y tampoco cuestionan el lugar de las mujeres en esta sociedad, que yo no llamo patriarcal, yo lo llamo estado proxeneta. El lugar sexual nuestro como objetos sexuales, por eso digo todas tenemos cara de putas. Toquemos más a fondo, toquemos el cuerpo, toquemos todo esto.

Lucía García
DISEÑO LEOFOLOO DAMENO