Opresión patriarcal

De como el EZLN somete a las mujeres

La presencia del EZLN en la Selva Lacandona no ha modificado la histórica sumisión de las mujeres. En las poblaciones zapatistas el hombre manda y la mujer obedece. Así que el patriarcado se perpetúa a través de un sistema de valores que es reproducido en la cotidianidad. A pesar de la Ley Revolucionaria de Mujeres, y de la conciencia de algunas zapatistas, prevalece el machismo y la cosificación hacia las mujeres.

Al respecto, las palabras de la mayor Ana María:

« […] En muchas comunidades se aplica un castigo si la mujer no reportó que estaba embarazada y que quiso practicarse el aborto. Porque muchas veces pasa esto, la muchacha va con la partera o con una curandera y pide que se le practique un aborto por miedo de que su familia la vaya a maltratar y los castiguen. En las comunidades donde yo conozco, les cobran una multa o agarran al hombre que embarazó a la muchacha y lo encarcelan por unos días o le dicen que le pague la atención a la mujer. ...
[…] Eso no existe anticonceptivos, no se conoce en ninguna de las comunidades y eso de los embarazos a las mujeres ocurre poco, porque los papás cuidan mucho de que sus hijas no se vayan a embarazar; por el mismo miedo que las muchachas les tienen a sus padres, no pueden hablarle a ningún hombre. Si llegan a embarazarse, muchas de ellas tienen a los niños porque es muy difícil de practicar un aborto y si se hace, muchas se mueren y no se sabe.
Todavía hay la costumbre de la dote, nunca se toma en cuenta a la muchacha, ella es vendida. Eso de estar de novio no existe; es un pecado hacer eso […]
» Mayor Ana María 13

Este testimonio confirma que las mujeres son propiedad de los hombres, primero del padre y posteriormente del esposo. El rito del matrimonio implica para la mujer someterse a la voluntad del cónyuge, ella pasa a ser propiedad del varón. Al mismo tiempo, el matrimonio es la única opción que tienen las mujeres para integrarse a la colectividad, pues fuera de él no es posible acceder a derechos agrarios, o tener algún cargo comunitario. La vida afectiva, o la sexualidad libre, no son toleradas fuera del casamiento. La maternidad es exclusiva del matrimonio, por tanto, concebir fuera del ritual del casamiento (o interrumpir un embarazo) conlleva la desprotección de las mujeres.

Como si la opresión existente en las comunidades no fuera suficiente, la estructura militar zapatista añade más vejaciones contra las mujeres. La siguiente declaración, de una ex combatiente, lo ejemplifica:

_« Uno de los momentos más importantes de nuestra vida, fue la ceremonia de casamiento en la selva. Aunque de diferentes etnias, yo cholera y él tzeltal, los dos éramos insurgentes y hacíamos diferentes trabajos, yo aprendí mucho en la selva, desde leer. Con mi compañero nos gustamos, nos hablamos y acordamos pedir permiso para casarnos. Entonces trabajábamos directamente con el sup y nos tocó que él nos casara. Ahí las cosas eran diferentes a como eran en las comunidades, no hubo paga ni pedimentos. Todos los insurgentes que estábamos ahí participaron. Salimos de cacería muy de madrugada, lo que trajimos sirvió para preparar una buena comida, lo hicieron los encargados que ese día de por sí les tocaba esa tarea.
Al medio día hubo un saludo militar. Nosotros vestidos con uniformes nuevos pasamos por debajo de las armas que los demás compañeros sostenían así, cruzadas por arriba. El saludo le tocó al sup, nos echó un nuestro discurso, cuando terminó, otra vez el saludo militar, cominos y bailamos, fue muy alegre. Lo más bueno fue cuando el sup nos dijo que ahora éramos doblemente compañeros, reconocidos como pareja por todos los insurgentes. Dijo que nuestras fuerzas juntos eran más fuerza y que nuestra obligación era apoyarnos el uno al otro para que fuéramos mejores insurgentes cada día. Yo me sentí muy importante y muy contenta de que todos estuvieran de acuerdo con nosotros como pareja de compañeros.

Entonces nunca pensé que íbamos a durar pocos años casados, en la comunidad cuando una mujer se casa comprada es para siempre, si se quieren él no la deja a su esposa pues, y los dos con la suegra y la partera reciben a los hijos cuando nacen. Pero en la selva todo era diferente él no me compró. Sucedió que me embaracé y decidí tener a mi niño, pero tuve que salir del trabajo, pues embarazada no pude seguir, eran pesadas las caminatas y también los ejercicios y las tareas. No siempre había buena comida. Cuando tenía cinco o seis meses de embarazo acordaron los mandos que debía ir a mi comunidad, dijeron que una vez que naciera el niño y lo dejara con mi familia podría yo seguir con mi trabajo. Mi compañero estuvo de acuerdo y yo pues no podía hacer otra cosa, de cualquier forma tenía que hacer lo que él dijera.

Nos pusimos de acuerdo para que él me visitara cuando naciera el niño. Pero no fue así. Yo iba con miedo. Cuando llegué a mi casa, mi papá no me recibió, allá la costumbre es que si nadie ha pagado por la mujer y cumplido con la costumbre, pues no están casados. Yo ya no valía, nadie me iba a recoger con un hijo. Vaya, se aceptaba hasta que el muchacho no hubiera dado los regalos y que se jalara a la muchacha; en esos casos después puede haber un arreglo; pero no se podía aceptar que yo llegara con semejante panza y sin marido, la gente no iba a estar de acuerdo. Mi papá le pidió a mi mamá que me fuera a dejar con mi abuela a otra comunidad.

Nunca pude avisarle a mi compañero dónde estaba yo y si ya iba a nacer la criatura. Después de que nació mandé carta, pero nunca me respondió. Después supe que ya tenía otra mujer. Pasé unos dos años con mi abuela, pero casi no teníamos nada que comer. Me vine a San Cristóbal a trabajar. Cambié de patrona muchas veces porque nos tratan a las sirvientas como si fuéramos animales, una sólo me daba de comer las sobras, tenía que trabajar todo el día y no salir de la casa, aguantar los malos tratos y hasta que su marido me metiera mano. Me salí una y otra vez de los trabajos. Pero tenía que mandar dinero a mi abuela y busqué este trabajo en que me ves, primero era yo mesera. Ahora, para que voy a negar, gano bien, pero tuve que aprender a tomar y en el cuarto a atender bien a los clientes. »_ Margarita. Ex-insurgente zapatista 14

Otro testimonio revelador lo aporta nuevamente Mercedes Olivera 15. Los hechos ocurrieron en la comunidad de La Libertad, en el municipio de Chilón. Dicho poblado fue fundado en tierras tomadas después del levantamiento del ’94. Sucedió que un militante zapatista se embriagó e intentó golpear a su pareja, una líder zapatista, ella se defendió con un aguja para tejer e hirió al agresor. La gente de la comunidad, al enterarse de lo sucedido, aplicó sus usos y costumbres, es decir, encarceló a los dos. Tras efectuarse una asamblea comunal, se acordó impartir su justicia; ambos fueron considerados culpables y se les obligó a casarse en la iglesia, pues vivían en unión libre, lo cual se considera pecaminoso. Este es el trato que las “comunidades rebeldes” dan a las víctimas de violencia machista; les fuerzan a vivir con el agresor.
Inclusive el afamado subcomandante Marcos ha sido expuesto como un depredador sexual que utiliza la estructura militar para acosar mujeres y aterrorizar a quienes se resisten a ser vejadas por él.

La siguiente denuncia fue realizada por una activista de la ciudad de México, en el año 2018:

« Me decido a alzar mi voz…es extraño para mí pues estoy más acostumbrada a bailar y moverme, a expresar con el cuerpo.
Sólo puedo contar, denunciar, alzar la voz, diciendo que, como consecuencia de un trato machista y excluyente, rompí cualquier relación sentimental y de amistad con el subcomandante Marcos, allí comenzó el problema.
En las palabras de Marcos , “me gustaría contarte de todas las mujeres a las que hago seguir”, “mi última novia se tuvo que ir del país” “a mi hay que aguantarme”. Celos brutales de otras personas, de mis amigos, de mi profesión, de cómo me visto. Afirmaciones como “tú me perteneces”, “eres mi prisionera”, “quisiera que fueras mi mascota”.
Solo puedo decir que es diferente ser acosada por un hombre, que por un aparato burocrático militar jerarquizado y clandestino. Que tiene la capacidad de seguir cada uno de tus pasos. Soy bailarina y pueden cerrarte todo escenario, aislarte de los músicos.
Vi ejercer el bulyng por personas que yo consideraba artistas, activistas, gente honesta. Si salgo a la calle escucho “puta” “perra” “sucia”, me empujan. me avientan carros y motos, me roban , me han arrastrado por la calle con taxis en marcha… Platican de feminicidios, o dicen “por eso las avientan en Chalco”. Me roban mi ropa interior, me tocan o se tocan delante de mí, incluso en caravanas y campamentos, etcétera.
Mis redes sociales se llenan de extraños videos y mensajes, porque al acoso callejero hay que sumar el de un amplio equipo de hackers “al servicio de la revolución” es decir, del jefe, y me he convertido sin saberlo en algo peligroso. Once mails personales y de mi colectivo fueron hackeados, uno de ellos contaba con 5 mil contactos de todo el mundo, pues participamos en el movimiento contra la guerra y en el Foro Social Mundial.
El acoso pretende que nos convirtamos en víctimas, para que puedan arrebatarnos nuestro poder y sojuzgarnos, para impedir que digamos NO. Pero en el mundo entero las mujeres comenzamos a perder el miedo, a elevar la voz, a marchar nuestros pasos y hacer nuestros caminos. Sé que necesitas superar el miedo, mil justificaciones que das tu misma o tus amigos y amigas, pero ningún ser puede ser sojuzgado por otro. Llego el momento.
Sé que no soy la única que ha sido acosada por él, y ojalá que todas alcemos la voz, que nos encontremos dignas, autovaloradas, alegres. Me siento orgullosa de todas las chicas que en el mundo alzan la voz y tienen esperanza de que esto puede cambiar y podemos vivir con respeto.
Nosotras y nosotros acopiamos útiles escolares para las niñas y los niños de las comunidades, también realizamos actividades artísticas, el Foro de la Vida, con estas comunidades indígenas. Y pensar en ellas motivo mi prolongado silencio.
Sólo quiero decir que estas comunidades son un ejemplo para todo el planeta, y que a mi me han enseñado a vivir y pensar en colectivo. Mantenemos la solidaridad con ellas y con el Congreso Nacional Indígena. Lo que señalo es asunto de un hombre, aunque tenga un cargo.
Hago responsable al subcomandante y a su aparato de lo que pueda sucederme, al Espacio Social y Cultural La Karakola y a mis seres más queridos.
Busco con esta denuncia: que pare el acoso, recuperar mi vida y mi amor en libertad y alzar la voz para que estas situaciones de abuso de poder dejen de suceder.
» Nuri Fernández (luz gitana). Marzo 2018 16

Sería muy extenso enumerar los casos de violencia contra las mujeres, aunque es pertinente señalar que son muchas las mujeres, dentro del zapatismo, que han tenido que soportar: discriminación, amenazas, acoso, golpes, destierro, ataques sexuales, encarcelamiento y hasta la muerte. El EZLN no garantiza libertad ni justicia para las mujeres, pues en sus localidades impera la subordinación de género, el dominio patriarcal está instalado tanto en relaciones familiares como en relaciones comunales, además, lo fomentan las ideologías cristiana y socialista del agrupamiento guerrillero.

Notas:

13. Entrevista con la comandante Ramona y la mayor Ana María. La Jornada, 7 de marzo de 1994.
14. Testimonio tomado del libro Sobre las profundidades del mandar obedeciendo. Mercedes Olivera.
15. Mercedes Olivera es un referente para la izquierda mexicana. Desde los años setenta está implicada en las comunidades indígenas de Chiapas. Es pionera del feminismo en México. Participó en el gobierno en rebeldía de Amado Avendaño, respaldado por el EZLN. Fue el primer enlace entre el EZLN y las redes zapatistas europeas. Actualmente goza de aprecio entre las filas del EZLN, tanto así que es invitada a participar regularmente en ponencias e iniciativas zapatistas. Sirva esto para validar los testimonios que ella recoge.
16. Denuncia publicada en la cuenta de Facebook de la afectada (Dignidad. Luz Gitana)
Nuria Fernández es reconocida en la escena zapatista por ser novia del Subcomandante Marcos/Galeano. Recordar que el mencionado sujeto contrajo matrimonio por las leyes zapatistas, y que esas mismas leyes prohiben las relaciones extra-maritales, además de sancionarlas con severidad. Al parecer él goza de impunidad.