Contra la política: ¡Revolución social!¶
La mayoría de las ideas pretendidamente “revolucionarias” pasan por una reforma en la gestión del Poder. Plantean y defienden que hay que gobernar para disponer de los medios represivos y así, usarlos para hacer “el bien”. Pero el problema esta precisamente ahí: en el Poder y la lógica represiva. Una cosa es defenderse y usar la violencia para
liberarse, pero liberarse, incluso, dando muerte al tirano, no quiere decir someter. Otra cosa es actuar contra el actual gobernante pero para ocupar su lugar. Usar la violencia contra las instituciones y los opresores que las gestionan y defienden no es un acto de autoridad, es un acto defensivo y liberador. Nuestra fuerza se puede organizar y potenciar pero no
se constituye en un Poder. La violencia, para ser revolucionaria no tiene que reproducir el sometimiento que se
traduce en leyes, cárceles, policías, torturas…no tiene que asentarse en ninguna forma de Poder sea el actual o
uno “nuevo”. Aceptar la relación de uno sobre otro es dejar con vida esta realidad que queremos revolucionar.
Nada ni nadie puede modificar la naturaleza explotadora y represiva del Poder. Es ilusorio creer que mediante
la violencia gubernativa se puede engendrar lo contrario, la libertad. Si la revolución necesita de jefes,
tribunales, ejércitos, cárceles, policías y toda esa casta de verdugos, entonces no es una revolución.
Por eso no hay que hacer política. Este concepto fue acuñado en las ciudadesEstado, y se refiere a la
gestión de “la Polis”, (la ciudad). Esta es un espacio urbano mediante el cual el Estado planifica y rige los espacios y
la circulación de los individuos, por ejemplo, con calles angostas o anchas, edificios, rejas, murallones…para así
amontonarlos y gobernarlos mejor, contrariamente a la vida en libertad de las comunas rurales, a campo abierto.
El gobierno crea ciudades y murallas en torno a estas tanto para protegerse de otros gobiernos (todos ellos son
imperialistas en la medida que pueden), como para controlar y evitar la salida de los gobernados. Hoy, extendiendo el significado de “lo político”, se puede decir que es la gestión de la vida, y por lo tanto, de
las relaciones, pero siempre a través del Poder. Es decir, se cambia, para confundir, “el arte de gobernar” con “el
arte de relacionarse”. Así, el discurso de: “todo es política”, es una artimaña mentirosa que en realidad
significa y quiere hacernos creer que no podemos crear algo realmente distinto a lo existente, que no
podemos salirnos ni terminar con el gobierno de unos sobre otros.
Entonces no hay que hacer política pero tampoco adoptar una posición pasiva y conformista porque esto es dejar hacer a los políticos, criminales “de guantes blancos”. Dejarlos ahí es acatar indirectamente lo que ellos determinan, la pasividad les resulta funcional. ¿Se entiende? “No hacer política” sin luchar contra la política es dejar que la política exista y que los políticos decidan y hagan sobre nuestra vida.
El cambio revolucionario pasa por liberar las relaciones, la sociabilidad, de la influencia del Poder. Cada uno de nosotros será la evidencia de la posibilidad de cambiar el mundo si nos relacionamos y organizamos sin jefes, sin dirigentes y nos afirmamos
por la revolución y construcción social contra los gobiernos y la política en cualquiera de sus formas.
Los que quieran ejemplos de una gestión “distinta” del Poder, que analicen los lugares donde este fue tomado por su ala izquierda: Rusia, Alemania, Cuba, China…el “pueblo” siguió y sigue oprimido bajo la autoridad de los representantes, de la propiedad privada, del dinero, del ejército…continúan explotados en nombre del “pueblo”, del “antiimperialismo”, del “comunismo”…la mentira del “socialismo real” quedo en evidencia hace rato. Donde no se
derrumbo continua mintiendo descaradamente. Las nuevas ,versiones, el “socialismo” del siglo XXI son eso, nuevas versiones de lo mismo. Y para muestra, ahí lo tenemos a Evo Morales, presidente indígena, reprimiendo con saña a los indígenas del “TIPNIS”
que defienden su hogar, su autonomía y la naturaleza contra la construcción de una carretera para los camiones del progreso, la explotación y el saqueo.
¡Ah, si! Justificaciones tienen un montón: que “nada es perfecto”, que “es preferible el mal menor”, que los que protestan “son infiltrados del imperialismo yanqui” o “agentes de derecha”, “contrarrevolucionarios”, que “la culpa es del bloqueo de los países capitalistas”… (como si los Estados “socialistas” pudieran dejar de ser capitalistas).
Hay que buscar, rescatar del olvido y la calumnia las experiencias anarquistas, en Rusia, en Alemania, en Cuba y en todas partes. Con los oprimidos, parte de los oprimidos, compañeros, nunca dirigentes, nunca por encima. Pueblos en armas
que defendieron, anárquicos, sus comunas sin dinero contra todos los ejércitos.. Movimientos espontáneos de los oprimidos que anulaban el capitalismo en los hechos, directamente por su acción directa, sin intermediarios, sin gobiernos. Lo
hubieran conseguido si otra parte de esos pueblos no hubiera sido arriada por la izquierda, que como siempre,
trata, trato y tratará de manipular y transar para “llevar el agua a su molino”: el molino del Poder. “A la
libertad por la libertad”, afirmaba el epígrafe de una publicación anarquista en la Cuba de los años 50. En ese
momento y lugar como en otros, los compañeros que encarnaron una resistencia ofensiva contra el opresor, una vez derrotado Batista, fueron secuestrados en cárceles, y centros de trabajo forzado, fusilados, torturados por quienes se adjudicaban la revolución, el nuevo Poder, de izquierda.
Digan lo que digan los políticos, los jefes, los que gobiernan y los que quieren ser los nuevos gobernantes…y también los apáticos, los lacayos, los sumisos, los indiferentes… …la lucha contra toda autoridad, el anarquismo, por su
contenido siempre en fértil movimiento hacia la libertad, fué, es y será la única posibilidad para un cambio realmente revolucionario.
retirado de revista organización sin autoridad n. 3, Buenos Aires agosto de 2012.
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Contra a Política: Revolução Social!¶
A maioria das idéias pretendidamente “revolucionárias” passam por uma reforma na gestão do Poder. Colocam e defendem que há que governar para dispôr dos meios repressivos e assim, usá-los para fazer “o bem”. Mas o problema está precisamente aí: no Poder mesmo e na lógica repressiva. Uma coisa é defender-se e usar a violência para liberar-se, mas lliberar-se, inclusive, dando morte ao tirano, não quer dizer submeter. Outra coisa é atuar contra o atual governante mas para ocupar seu lugar. Usar a violência contra as instituições e os opressores que as gestionam e defender-se não é um ato de autoridade, é um ato defensivo e liberador. Nossa força pode se organizar e potenciar mas não se constitui em um Poder. A violência, para ser revolucionária, não tem que reproduzir o submetimento que se traduz em leis, prisões, polícias, torturas…. não tem que assentar-se em nenhuma forma de Poder seja o atual ou um “novo”. Aceitar a relação de um sobre outro é deixar com vida esta realidade que queremos revolucionar.
Nada nem ninguém pode modificar a natureza exploradora e repressiva do Poder. É ilusório acreditar que mediante a violência governativa se pode engendrar o contrário, a liberdade. Se a revolução necessita de chefes, tribunais, exércitos, prisões, polícias e toda essa casta de carrascos, então não é uma revolução.
Por isso não se deve fazer política. Este conceito foi acunhado nas cidades-Estados, e se refere à gestão da “Polis” (a cidade). Esta é um espaço urbano mediante o qual o Estado planifica e rege os espaços e a circulação dos indivíduos, por exemplo, com ruas estreitas ou largas, edifícios, grades, muralhas… para assim amontoá-los e governá-los melhor, contrariamente à vida em liberdade nas comunas rurais, a campo aberto.
O governo cria cidades e muralhas em torno a estas tanto para proteger=se de outros governos (todos eles são imperialistas na medida em que podem), como que para controlar e evitar a saída dos governados. Hoje, extendendo o significado de “o político”, se pode dizer que é a gestão da vida, e por tanto, das relações, mas sempre por meio do Poder. Ou seja, nada muda, para confundir “a arte de governar” com “a arte de se relacionar”. Assim, o discurso de: “tudo é política” é uma artimanha mentirosa que na realidade significa e quer nos fazer acreditar que não podemos criar algo realmente distinto ao existente, que não podemos sair nem terminar com o governo de uns sobre outros.
Então não se deve fazer política mas tampouco adotar uma posição passiva e conformista porque isso é deixar tudo muito fácil para os políticos, criminosos de luvas brancas. Deixá-los aí é acatar indiretamente o que eles determinam, a passividade lhes resulta funcional. Se entende? “Não fazer política” sem lutar contra a política é deixar que a política exista e que os políticos decidam e atuem sobre nossas vidas.
A mudança revolucionária passa por liberar as relações, a socialidade, da influência do Poder. Cada um de nós será a evidência da possibilidade de mudar o mundo senos relacionamos e organizamos sem chefes, sem dirigentes, e nos afirmamos pela revolução e construção social contra os governos e a política em qualquer de suas formas.
Os que queiram exemplos de uma gestão ‘distinta’ do Poder, que analizem os lugares onde este foi tomado por sua ala esquerda: Russia, Alemanha, Cuba, China… o ‘povo’ seguiu e segue oprimindo sob a autoridade dos representes da propriedade privada, do dinheiro, do exército… continuam explorados em nome do ‘povo’, do ‘anti-imperialismo’, do ‘comunismo’… a mentira do ‘socialismo real’ ficou em evidência faz tempo. Onde não se derrubou continua mentindo descaradamente. As novas, versões, ou ‘socialismo’ do século XXI são isso, novas versões da mesma coisa. E para mostrar, aí temos a Evo Morais, presidente indígena, reprimindo com sanha aos indígenas de “TIPNIS” que defendem seu lar, sua autonomia e a natureza contra a construção de uma carreteira para os caminhões do progresso, a exploração e o saqueio.
Ah sim! Justificações existem de sobra: que ‘nada é perfeito’, que ‘é preferível o mal-menor’ que os que protestam ‘são infiltrados do imperialismo yankee’ ou ‘agentes da direita’, ‘contra-revolucionários’, que ‘a culpa é do bloqueio dos países capitalistas’… (como se os ‘Estados socialistas’ pudessem deixar de ser capitalistas).
É preciso buscar, resgatar, do esquecimento e da calúnia as experiências anarquistas, em Russia, Alemanha, Cuba e em todas partes. Com os oprimidos, parte dos oprimidos, companheires, nunca dirigentes, nunca acima. Povos em armas que defenderam, anárquicos, suas comunas sem dinheiro contra todos os exércitos… Movimentos espontâneos dos oprimidos que anulavam o capitalismo nas ações, diretamente por sua ação direta, sem intermediários, sem governos. Haveriam conseguido se outra parte desses povos não tivesse sido arriada pela esquerda, que como sempre, trata, tratou e tratará de manipular e transar para ‘levar a água a seu moínho’: o moínho do Poder. “À liberdade pela liberdade” afirmava a epígrafe de uma publicação anarquista em Cuba nos anos 50. Nesse momento e lugar como em outros, companheires que encarnaram uma resistência ofensiva contra o opressor, uma vez derrotado Batista, foram sequestrados em prisões e centros de trabalho forçado, fuzilados, torturados por quem se adjudicava a revolução, o novo Poder, a esquerda.
Digam o que digam os políticos, os chefes, os que governam e os que querem ser os novos governantes… e também os apáticos, os lacaios, os submissos, os indiferentes… a luta contra toda autoridade, o anarquismo, por seu conteúdo sempre em fértil movimento em direção a liberdade, foi é e será a única possibilidade para uma mudança realmente revolucionária.
retirado da revista “organización sin autoridad”, n. 3, Buenos Aires agosto de 2012.