La estrella del núcleo y el impulso creativo de la vida
Hace poco, en un discurso sobre la creatividad, Heyoan describió las fases del proceso creativo en relación con las cuatro dimensiones de nuestro ser. Dijo que el impulso creativo emana de nuestro núcleo y recorre todos los niveles superiores hasta el mundo material, como acaba de experimentar en la meditación.
Heyoan dijo que el impulso creativo se manifiesta entonces plenamente en nuestra vi da en forma de nuestras creaciones. Así, por ejemplo, pintamos un cuadro, escribimos un libro, construimos una casa, efectuamos un descubrimiento científico o fundamos una organización. Cuando terminamos, lo celebramos. Tenemos una intensa sensación de logro y proclamamos que lo hemos conseguido. Pero Heyoan añade que es aquí, en la aparente cima de nuestra creatividad, donde debemos ser prudentes a la hora de considerar nuestro logro. Dice que nuestra obra de arte o descubrimiento no es el producto final de nuestro proceso creativo. Nos recuerda que el objetivo de la vida en la dualidad del plano físico consiste en mostrarnos un espejo para que podamos reconocer nuestra individualidad divinidad.
El producto final de nuestro arte, descubrimiento científico u organización es, en realidad, nuestro espejo más abrillantado. Es el grado máximo del discernimiento que dice: «Mírate aquí, reflejado en tu logro». En realidad, no es más que el punto intermedio del proceso creativo.
El proceso o impulso creativo de la vida tiene cuatro fases. La primera es la inmovilidad del vacío contenido en el interior de la estrella del núcleo. Es un punto de éxtasis. Luego viene la expansión fuera del núcleo, cuando la esencia de quien usted es se expresa a través de los niveles de intención (nivel del hara), personalidad (nivel aural) hasta el mundo físico. En el punto culminante de la expresión física, cuando contemplamos nuestro espejo abrillantado, accedemos a la fase siguiente. Es el éxtasis al final de nuestra expansión en el individualismo.
Aquí nos detenemos para auto-observarnos. Luego, poco después, el impulso creativo de la vida retrocede del mundo físico al aural, desciende al nivel del hara y regresa al núcleo. Es aquí, en las entrañas del núcleo, donde alcanzamos la cuarta y última fase del impulso creativo de la vida. Volvemos a entrar en el éxtasis dentro de las profundidades del núcleo.
Así pues, ¿cuál es nuestro producto final de la creación? Una vez que hemos echado un detenido vistazo al espejo abrillantado del auto-discernimiento, devolvemos nuestras creaciones a través del nivel de la intencionalidad, a través de la personalidad, hasta el ser más profundo. A medida que la fuerza creativa desciende por cada dimensión, cada nueva fase nos aporta aprendizaje. Ese aprendizaje se desplaza desde el mundo físico al mundo psiconótico de los sentimientos-pensamientos, al mundo nótico de las ideas puras, baja al mundo de la intencionalidad y se sumerge en nuestra esencia. Nuestra creación final es, por tanto, la esencia destilada de nuestro núcleo.
Este proceso creativo ocurre continuamente. Creamos constantemente más esencia interna individual. Estamos siempre en alguna fase de esta oscilación creativa en cada parte de nuestra vida. Yo diría que probablemente estamos en todas las partes del ciclo todo el tiempo, pero en áreas distintas de nuestra experiencia vital.
Estamos rodeados y penetrados por una ondulación creativa vibratoria universal. Somos de ella, somos ella, ella es nosotros. Fluye a través de nosotros, y nosotros fluimos a través de ella. No hay final ni principio. Nosotros la creamos como ella nos crea a nosotros. No hay un iniciador. No hay más que la ondulación creativa de la vida que se despliega y se repliega. En el momento de despliegue, se crea. En el momento de repliegue, se disuelve. Es lo que David Bohm, el célebre físico, llama «el orden implicado».
La ondulación creativa empieza por un éxtasis replegado; luego se despliega hacia arriba y hacia fuera desde la estrella del núcleo a través de las dimensiones superiores hasta el mundo de la manifestación física y se extiende hacia los límites más distantes del universo. La expansión se frena, se para y permanece en éxtasis. Ha tejido los hilos dorados de la nueva creación a través de todo lo que es, por todo el mundo manifiesto. Aquí, entra en comunión con todo aquello con lo que se ha fundido. En esta fusión, se crea el amor.
El amor permanece. Y luego emprende el largo viaje de contracción. Se repliega sobre sí mismo. Regresa a través de las cuatro dimensiones de nuestras energías creativas hasta nuestra estrella del núcleo, llevando todo lo que ha aprendido y creado al ser individual.
La mayoría de nosotros no concedemos tiempo suficiente a la parte de éxtasis de nuestra ondulación creativa.
Existen dos fases en la parte de éxtasis de la ondulación creativa: la parte previa a la expansión, cuando estamos contraídos y fusionados con nuestro ser más profundo, y la parte posterior a la expansión, cuando estamos extendidos y fusionados con otro.
En la primera fase, necesitamos un tiempo de soledad tranquila para integrar quienes somos con aquello que hemos creado en el pasado. Debemos estar solos para encontrarnos, para estar con nosotros mismos sin hacer nada. Este tiempo de concentración es un período de acumulación de energía sin hacer nada.
En el segundo tipo de éxtasis, necesitamos tiempo para estar con otros de formas silenciosas, no verbales, de suerte que podamos experimentar el prodigio del otro. Podemos hacer esto de muchas maneras, como estar en parejas de interacción silenciosa o en una meditación en grupo, simplemente estando juntos sin tener que hacer nada.
En realidad, a la mayoría de nosotros nos gusta la parte expansiva de la ondulación creativa. Gozamos de la enorme cantidad de energía saliente al exterior, y nos sentimos estupendamente. Nos encanta salir de aventura al mundo para aprender. Nos resulta estimulante asistir a talleres, tomar clases o pintar un cuadro. Nos sentimos importantes cuando miramos en el espejo creativo que nos refleja cuando accedemos al estado de éxtasis desplegada que sigue a una expansión. Queremos permanecer allí para siempre, y nos resistimos a alterar ese estado.
Nos resistimos a regresar abajo y hacia dentro. Pero es importante recordar que debemos dedicar el mismo tiempo y la misma atención a la fase de contracción del impulso creativo y al vacío silencioso de la fase de profundo éxtasis interna que sigue a la contracción. A muchos de nosotros no nos gusta la contracción. Muchos de nosotros nos inquietamos después de un gran proyecto expansivo y nos deprimimos una vez terminado. Esto se debe a que muchos de nosotros no entendemos la contracción natural del proceso creativo, no sabemos honrarla y saborearla al máximo.
La fase del principio creativo en la que nos replegamos o contraemos al interior del ser es aquella a la que más nos resistimos porque en esta etapa suelen evocarse sentimientos negativos hacia nosotros mismos.
Deje que le explique el porqué.
En la fase de expansión, una gran cantidad de energía se desplaza a través del cuerpo y el sistema energético. Esa poderosa energía empieza a aportar luz a nuestros bloqueos energéticos oscuros y estancados, y esa luz les restituye vida y conciencia. A consecuencia de ello, esa energía estancada se desbloquea y empieza a moverse. Entonces experimentamos esa energía-conciencia como una parte del proceso de curación o iluminación.
Para decirlo de un modo más sencillo, en la fase de expansión estamos impregnados de nuestro nuevo conocimiento y nuestras nuevas creaciones. Pero a la luz de ese conocimiento nuevo también vemos nuestros defectos con más claridad. No pasa nada mientras nos concentremos en el espejo de nuestras nuevas creaciones, pero cuando nos contraemos nuestra concentración se vuelve hacia dentro. Entonces vemos defectos que quizá no habíamos detectado hasta ese momento. El problema es que empezamos a juzgarnos y rechazarnos por lo que ahora podemos ver y sentir. Esas valoraciones acrecentan los sentimientos negativos hacia nosotros mismos, y no queremos experimentarlos.
En consecuencia, no queremos estar presentes en la oscilación cuando ésta se repliega hacia nuestro interior
a través del segundo nivel del campo, donde existen los sentimientos hacia nosotros mismos.
Así pues, nos resistimos a la contracción. Tratamos de detener el impulso de repliegue de la ondulación, o nos apeamos de él, con lo que interrumpimos el proceso creativo. Para hacer esto, nos desconectamos de lo que hemos creado.
O lo desechamos devaluándolo, o bien nos deshacemos de ello argumentando que lo creamos para otra persona. Con el tiempo, incluso empezamos a creer que hicimos la creación para otro y no para nosotros mismos. Es como si considerásemos que está mal crear algo para nuestro propio deleite, como si no beneficiara a otros. Esto nos causa más dolor.
La razón por la que muchos de nosotros evitamos crear es que no sabemos culminar el proceso creativo devolviendo aquello que hemos creado a nosotros mismos para felicitarnos por nuestro logro. El proceso de honrarnos y felicitarnos es el proceso de mirarse en el espejo reflector de manifestación para poder identificar lo divino individual que llevamos dentro. Es una fase muy importante del proceso creativo. Debemos aprender a experimentar una contracción de una forma positiva.
Heyoan dice:- * *
La contracción es la entrada al ser, el acceso a la sabiduría que ha estado allí siempre. Después de una experiencia, como un gran éxito o incluso una curación, al cabo de unos tres días, quizá antes, os contraeréis automáticamente. Esta contracción no tiene porqué ser una experiencia negativa. Es una experiencia en la que accedéis dentro del ser para identificarlo y para descubrir después el territorio siguiente, el horizonte interno siguiente, el próximo espacio sagrado y secreto dentro del ser. Es a partir de ese lugar interno que hallaréis una nueva vida.
Si después de cada una de vuestras expansiones os concedéis el tiempo y la fe necesarios para entrar dentro, para permanecer con el ser en silencio y para volver a identificar quiénes sois desde un nuevo nivel, la expansión emergerá por sí sola. Si aceptáis el flujo natural de la contracción que os lleva hacia dentro y lo contempláis bajo el prisma de una experiencia positiva, no necesitaréis crear experiencias negativas en vuestra vida externa que os obliguen a acceder al interior.
Así, reprogramando el tiempo para ingresar dentro posteriormente a una expansión, descubriréis un flujo interno positivo y automático. Allí alcanzaréis un punto de silencio; de permanencia en el vacío negro y aterciopelado dentro de vosotros que rebosa de una vida indiferenciada que espera manifestarse. Encontraréis ese vacío en las profundidades de vuestra estrella del núcleo. A partir de esa vida se produce la resurrección del ave fénix. Es el nuevo ser que se manifiesta con un aspecto adicional de vuestra esencia interna que no se había incorporado al ser hasta entonces.
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No siempre dejamos que el impulso creativo se desplace libremente a través de nosotros porque tenemos miedo de experimentarlo. Aporta experiencia vital y cambio. Ambos nos inspiran temor. Lo bloqueamos porque todavía creemos que la experiencia vital puede ser peligrosa. Adoptamos una actitud de defensa y huimos del momento presente.
Hace poco, Heyoan dio un discurso sobre nuestra opción de defensa y cómo esa opción origina ciclos curativos en nuestra vida. Lo tituló «¿A quién servís?».