Indefensión Adquirida y Síndrome de Estocolmo

retirado de un texto que se llama "Efectos Psicológicos en las Víctimas de Trata".

1. Síndrome de la Indefensión Adquirida
2. Síndrome de Estrese Postraumatico
3. El Síndrome de Estrese Postraumatico en victimas de trata

1. Síndrome de indefensión adquirida

Cuando una persona sana mantiene durante mucho tiempo una relación de violencia en cualquiera de sus formas, dónde nada de lo que se hace tiene el efecto esperado, termina por no saber cómo actuar. Esto provoca desaliento, pérdida de confianza en sí mismo y otros efectos impredecibles.

La Indefensión adquirida, es un estado anímico en el que la mujer aprende a creer que no tiene ningún control sobre la situación en que se encuentra y que cualquier cosa que haga es inútil. Como resultado de un proceso sistemático de violencia, la víctima se vuelve muy sumisa, no expresa enojo para evitar los conflictos.

La complejidad del tema, no permite a los profesionales comprender claramente qué ocurre en la mente de las personas sometidas a violencia constante, pero sin duda este síndrome se manifiesta como una salida que encuentran las víctimas para procesar tanto dolor.

Desde afuera la persona da la impresión de no querer remediar el problema. La realidad es que ella intenta adaptarse a los requerimientos de la persona violenta para no ser maltratada, asumiendo un papel de subordinación, con las falsas expectativas de que si se comporta bien no dará lugar a que se la maltrate.

Cuando se ha sufrido violencia, al fracasar los intentos por contener las agresiones y en un contexto de baja autoestima las víctimas asumen que ésto les pasa como un castigo merecido. La intermitencia de las agresiones y el paso constante de la violencia al afecto, refuerza la relación de dependencia, que empeoran cuando la sumisión lo es también en el plano económico. La víctima llega al síndrome, cuando a lo largo del tiempo, se han ocupado de destruir totalmente su autoestima, a través del terror, el desaliento, la desconfianza, la amenaza y la sospecha.

2. Síndrome de Estocolmo

El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.

Según la corriente psicoanalítica el síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.

Orígen

El síndrome ha sido llamado de este modo desde el robo del banco Kreditbanken en Norrmalms (Estocolmo), Suecia, que transcurrió desde el 23 al 28 de agosto de 1973. En este caso, las víctimas – tres mujeres y un hombre – defendieron a sus captores incluso después de terminado su secuestro, que duró seis días. Mostraron también una conducta reticente ante los procedimientos legales. Se dice incluso que una de las mujeres secuestrada se habría comprometido con uno de los captores. El término fue acuñado por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot, colaborador de la policía durante el robo, al referirse al síndrome en una emisión de noticias. Fue entonces adoptado por muchos psicólogos en todo el mundo.

Causas

Tanto la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan. Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores. La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el momento en que la víctima se identifica con los motivos del autor del delito.

Situaciones

De acuerdo con el psicólogo Nils Bejerot, el Síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de: rehenes, miembros de secta, abuso psicológico en niños, prisioneros de guerra, prostitutas, prisioneros campos de concentración, víctimas de incesto, y violencia doméstica.
Estrés Postraumático

El trastorno de estrés postraumático se origina tras haber sufrido u observado un acontecimiento altamente traumático (atentado, violación, asalto, secuestro, accidente, etc.), en el que está en juego la vida de las personas. Las imágenes de la situación traumática vuelven a reexperimentarse una y otra vez (flashback), en contra de la propia voluntad, a pesar del paso del tiempo, imaginándolo con todo lujo de detalles, acompañado de intensas reacciones de ansiedad (preocupación, miedo intenso, falta de control, alta activación fisiológica, evitación de situaciones relacionadas, etc.) Todo ello genera un fuerte estrés, agotamiento, emociones intensas, y pensamientos irracionales que aumentan la intensidad de ese estrés, del agotamiento, de las emociones intensas,…

El estrés postraumático se caracteriza porque se concede mucha importancia a estas imágenes y a la ansiedad que provocan. Se desarrollan muchos pensamientos relacionados con el acontecimiento traumático y con sus consecuencias. Se concede mucha importancia también a estos pensamientos, que generan más ansiedad, más estrés, más inseguridad. El mundo se percibe como altamente peligroso. Se suele perder la sensación de control sobre la seguridad propia. Se recuerdan muchos detalles de la situación, o las sensaciones vividas en los momentos del suceso, con gran viveza, con gran intensidad, y con una alta frecuencia. Esas sensaciones visuales, auditivas, táctiles quedan profundamente grabadas en la memoria y poseen una alta relevancia entre cualquier otro recuerdo.

Las imágenes y las sensaciones pueden volverse intrusivas (acuden una y otra vez a la mente, produciendo malestar), especialmente si se pretende evitarlas. Cuando queremos evitar un pensamiento aumenta la frecuencia de ese pensamiento no deseado y se vuelve más estresante.

Tras el trauma (atentado, violación, asalto, secuestro, accidente, etc.) el pensamiento, el diálogo interno del individuo, no sólo provoca más ansiedad, sino que tiende a generar sentimientos de culpa, por aquello que se hizo, por lo que no se hizo, porque no se estuvo a las circunstancias, por haberse salvado, por… toda una serie de motivos poco realistas, bastante irracionales, y de excesiva autoexigencia. Se va tejiendo así una red cada vez más elaborada en la que están relacionados todos estos elementos que cambian en la misma dirección: provocar más estrés.

SÍNTOMAS DEL TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Podríamos agrupar la sintomatología asociada mas común en tres grandes bloques:

A.- Re-experimentación del evento traumático Flashbacks.Sentimientos y sensaciones asociadas por el sujeto a la situación traumática Pesadillas .El evento u otras imágenes asociadas al mismo recurren frecuentemente en sueños. Reacciones físicas y emocionales desproporcionadas ante acontecimientos asociados a la situación traumática B.-incremento activación Dificultades conciliar el sueño Hipervigilancia Problemas de concentración Irratibilidad / impulsividad / agresividad

C.- Conductas de evitación y bloqueo emocional

Intensa evitación/huida/rechazo del sujeto a situaciones,lugares, pensamientos,sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento traumático. Pérdida de interés Bloqueo emocional Aislamiento social

Los tres grupos de síntomas mencionados son los que en mayor medida se presentan en la población afectada por el trastorno por estrés postraumático,sin embargo es común observar en la práctica clínica otros problemas asociados al mismo.

Entre los TRASTORNOS más comunmente asociados destacan:

Ataques de pánico

Los individuos que han experimentado un trauma tienen posibilidades de experimentar ataques de pánico cuando son expuestos a situaciones relacionadas con el evento traumático.

Estos ataques incluyen sensaciones intensas de miedo y angustia acompañadas de síntomas como taquicardias,sudoración,nauseas,temblores…etc…

Depresión

Muchas personas sufren episodios depresivos posteriores, pérdida de interés, descenso de la autoestima e incluso en los casos de mayor gravedad ideaciones suicidas recurrentes.

Estudios recientes muestran,por ejemplo,que aproximadamente el 50% de las víctimas de violación muestran ideas recurrentes de suicidio.

Ira y agresividad

Se tratan de reacciones comunes y, hasta cierto punto lógicas, entre las víctimas de un trauma. Sin embargo cuando alcanzan límites desproporcionados interfiere de forma significativa con la posibilidad de éxito terapéutico así como en el funcionamiento diario del sujeto.

Abuso de drogas

Es frecuente el recurso a drogas como el alcohol para tratar de huir/esconder el dolor asociado.En ocasiones esta estrategia de huida aleja al sujeto de recibir la ayuda adecuada y no hace más que prolongar la situación de sufrimiento.

Conductas extremas de miedo / evitación

La huida/evitación de todo aquello relacionado con la situación traumática es un signo común en la mayoría de los casos,no obstante,en ocasiones este intenso miedo y evitación se generaliza a otras situaciones,en principio no directamente asociadas con la situación traumática lo que interfiere de forma muy significativa con el funcionamiento diario del sujeto.

Estos y otros síntomas,en la mayoría de los casos,disminuyen de manera significativa durante el tratamiento,sin embargo en ocasiones,y dada su gravedad,pueden requerir intervenciones adicionales específicas.

El sindrome de estocolmo en mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual

Por la Lic. Nora Blanco

DISTORSIONES EMOCIONALES:
ELLA POTENCIA LAS EMOCIONES POSITIVAS:
El afán de supervivencia la lleva a buscar con avidez cualquier expresión de amabilidad, empatía o afecto hacia ella en la conducta del maltratador. Si llega a percibirla se llena de esperanza pensando que él no la maltratará más.

ELLA NIEGA SUS EMOCIONES NEGATIVAS:
Niega y minimiza el abuso, niega el terror, porque reconocerlo la paralizaría y tiene que “tirar del carro” de la familia y los hijos. El pánico, la sensación de aniquilación psíquica, la dejarían sin respuesta y no se lo puede permitir.
Niega también la rabia, si la expresa invita al agresor a tomar represalias. Una respuesta defensiva directa podría poner en juego su supervivencia. Se vuelve muy sumisa, tiene dificultad en expresar la cólera, evita los conflictos. Se vuelve indecisa y pasiva.

DISTORSIONES COGNITIVAS
CAMBIA SU PUNTO DE VISTA AL DEL MALTRATADOR:
SOBRE EL MUNDO: la víctima inconscientemente intenta ver el mundo y a sí misma como el abusador lo ve, para anticiparse y mantenerlo contento con sus necesidades satisfechas. Acepta los planteamientos políticos, sociales, o de género de él. Si él milita en un partido político ella acabado militando en el mismo partido y se vuelve la partidaria más fanática.
Él es sexista y ella se convierte en la primera enemiga de las mujeres que destacan, hablan u opinan por sí mismas. La mujer maltratada no quiere identificarse con su propio grupo. Es dura y muy crítica con las otras mujeres. Le gusta competir con ellas y descalificarlas.
SOBREMISMA: la mujer maltratada se ve a través de los ojos del maltratador y acepta su culpabilidad por el maltrato. Cree que si fuera mejor persona o mujer, no sería maltratada. Cuanto menos control real tiene la víctima y más graves son las consecuencias de no tener control (es decir, es más severo el abuso), es más probable que la víctima se autoculpe.
Se reconoce como inferior. Halaga y cuida el ego masculino a expensas del suyo. Asume la posición de “felpudo” con los hombres. Se rebaja o desprecia a sí misma humorísticamente. Odia aquellas partes de sí misma que el maltratador desprecia o a las que adjudica su cólera. Cree que tiene que ser perfecta y que no vale nada por lo que merece el maltrato. Cree que no merece el amor de otras personas.
Proyecta su propia condición de víctima en el agresor, como si él fuera inocente y estuviera influenciado por la maldad de otras personas. La mujer no quiere que otros se enteren de cómo la trata el proxeneta o tratante. Se lo oculta al mundo y a sí misma. Sistemáticamente, se pone de parte de él frente a otras personas ¡aunque éstas la estén defendiendo a ella!

APRENDE A CONOCER AL DETALLE EL COMPORTAMIENTO DEL MALTRATADOR: ella conoce muy bien sus costumbres y deseos, esto le permite anticiparse en lo posible a sus brotes de violencia. Estudia cuidadosamente los puntos en que puede influir “al jefe”, está muy atenta a lo que le gusta o le disgusta. En casos extremos permite incluso el abuso sexual de los hijos, o se comporta como si no se enterara de lo que está ocurriendo.
El varón es el dios al que hay que rendir culto y dar todo lo que pide aunque sea sacrificando a los niños, sobre todo a las niñas.

CREE QUE AMA APASIONADAMENTE AL AGRESOR: Está muy pendiente de él, lo cuida, es sumisa con él, se le acelera el corazón cuando él llega. Es fácil interpretar esta excitación fisiológica y esta conducta como indicadores de fuertes sentimientos positivos hacia él. La falsa atribución de la víctima que adjudica al amor y no al terror su excitación, es una distorsión cognitiva que se desarrolla en las víctimas que no ven modo de escape.
Cuanta más excitación, más fuerte es el vínculo experimentado por las víctimas. Cuanto más hiper vigilantes están las víctimas hacia la amabilidad del agresor, interpreta que es más fuerte el vínculo. Cuanto más duro tiene que trabajar la víctima para ganar al abusador, más fuerte es el vínculo. Una vez que ha identificado la experiencia como amor, es para ella amor.
Nuestra cultura nos presenta un modelo de lo masculino violento y dominante, los héroes de ficción vencen a través de la agresión, no a través de la resolución pacífica del conflicto. Son competitivos, soberbios y su sexualidad es cercana a una violación. Esta perspectiva refuerza la vivencia interna de la mujer maltratada sobre su pareja, la convence de que eso que ocurre entre los dos es un amor apasionado y fatal, y que lo que le pasa a su compañero es que “es muy macho”. Ella en contraposición ha de ser muy femenina y dejarse proteger por él.

DISTORSIONES CONDUCTUALES

ELLA DESARROLLA CONDUCTAS DEFENSIVAS ANTE LA VIOLENCIA:
• Simulación: simula un placer sexual que no siente, y una admiración inexistente ante acciones mediocres o sin mérito. Maneras deferentes. Halagos. Disimulo de los sentimientos reales. “Artimañas femeninas”. Es importante para la seguridad de la víctima que el ego del maltratador esté satisfecho.
• Intenta ganarse su compasión: “crisis nerviosas”, desmayos, somatizaciones. Es una forma primitiva de decir al agresor “no me pegues, no ves que me encuentro mal”
• Intenta tranquilizarlo mediante un comportamiento aniñado. La mujer captada se comporta como una niña frágil e indefensa, para que el maltratador no vea en ella una enemiga. Hace el payaso, sonríe y ríe sin sentido. Usa un tono de súplica o infantil con entonación característica acabada en inflexión ascendente. Mira humildemente hacia abajo. Hace falsas demandas de ayuda. Su apariencia es de indefensión. Se muestra dependiente, falta de iniciativa, incapaz para decidir o pensar por sí misma, etc. Si no se aniña en su comunicación, él puede interpretar sus afirmaciones como oposición o rivalidad. Tiene que demostrarle que ella no está en contra de él y que él no tiene nada que temer de ella. Tiene que demostrarle que ella no compite con él, que no es una “marimacho”. Se mete en su papel y acaba viendo al captor como a una figura paterna, sintiéndose como una niña frente a él.
DURANTE EL PROCESO DE LIBERACIÓN LA VÍCTIMA SE OPONE A LA JUSTICIA.
Se asusta más de los que vienen a liberarla que del agresor. La mujer maltratada ve al maltratador como al “bueno”, y a los que se oponen a él como los “malos”. Le molestan las “intromisiones” de extraños que intentan liberarla. Critica y se burla de las feministas y dice que odian a los hombres y que envidian su superioridad. La mujer prostituida niega ser maltratada por proxenetas, niega pasarlo mal y no puede soportar a las mujeres que quieren abolir la prostitución diciendo que son moralistas y que ella “ejerce libremente su oficio”.
En casos de secuestros de larga duración o de mujeres maltratadas, la liberación o separación del maltratador, genera una combinación paradójica de gratitud y miedo. La víctima encuentra psicológicamente difícil dejar al captor. Los antiguos rehenes visitan a sus captores en la cárcel, retiran las denuncias, e incluso pagan al abogado que los defiende. Minimizan el daño que les han hecho y rechazan cooperar con la justicia. La dinámica cíclica del maltrato mantiene a la mujer atrapada en un juego desesperado. Su impulso es ambivalente, por una parte quiere librarse del compañero que la maltrata y amenaza, y por otra parte quiere permanecer a su lado, última ironía del vínculo traumático. Hay un desequilibrio de poder en la base de esta actitud, la mujer aislada se siente totalmente dependiente del hombre, se valora poco y está confusa por la naturaleza intermitente del maltrato.
La mujer maltratada cree que el agresor puede volver a “secuestrarla”. Teme incluso sus propios pensamientos “desleales”, ve al captor como omnipotente y siente un profundo agradecimiento por que no la haya matado. La víctima sigue siendo leal al abusador durante mucho tiempo. Sabe que si él la atrapa y acusa de deslealtad, el castigo será mucho mayor que el maltrato anterior. La ha amenazado con encontrarla si se va, y matarla a ella y/o a sus hijos. Ella lo cree capaz de hacerlo y permanece leal en anticipación de su vuelta. El estrés le hace perder la perspectiva de las opciones reales, y el miedo la paraliza, además sabe que un intento de denuncia o escape puede transformar una violencia tolerable en una situación letal.
Las secuelas más graves a largo plazo del Síndrome de Estocolmo son:

GENERALIZACIÓN:
La víctima generaliza la psicodinámica víctima/abusador a sus relaciones con otros. La mujer maltratada durante largo tiempo, tenderá a vincularse con otros hombres de la misma manera que con el maltratador, es decir sólo porque sean hombres los tratará como a seres de primera clase y esperará de ellos la misma explotación que recibió del proxeneta. Le costará ponerles límites y se sentirá responsable de que la relación funcione, aunque para ello tenga que anularse y someterse. Cree que el amor es un vínculo traumático y violento, en nuevas relaciones intentará recrear los intensos sentimientos que le inspiraba el maltratador.

PÉRDIDA DE LA IDENTIDAD PROPIA
No sabe como es ni lo que quiere. No se imagina en el futuro. Está desorientada. Se siente incapaz de tomar decisiones. Se ve a sí misma menos válida, y menos capaz que otros, culpable de los problemas del captor. Se siente indefensa y sin poder. Teme también perder la única identidad que conserva, su yo tal como lo ven los ojos del abusador. Tiene miedo de ser abandonada, de estar sola, de no ser capaz de vivir sin el agresor, de no saber quién se es sin él, de sentirse vacía, etc.

LA MALTRATADA APRENDE A MALTRATAR
La maltratada aprende a maltratar, la víctima se vuelve verdugo. La mujer maltratada durante largo tiempo, desvía la rabia que de forma natural se tendría que dirigir al agresor, hacia sí misma o hacia otras personas que considera inferiores al maltratador o con poco poder (mujeres, niños). Intenta controlarlas para que no provoquen la ira del varón. En algunas ocasiones mujeres rescatadas de situaciones de explotación se convierten en reclutadoras.