[TRADUÇÃO e projeto] Livro "A irmã extrangeira" - Audre Lorde

projeto de tradução para edição de livro

A Irmã Extrangeira – Audre Lorde

link para livro original em inglês: we.riseup.net/radfemarchives/lorde-audre-sister-outsider+475116. Versão em espanhol ao lado.

Introdução (escrever uma nossa se baseando nessa)

A Poesia não é um luxo OK

A Transformação do Silêncio em Linguagem e Ação OK

Arranhando a Superfície, Notas sobre a dificuldade do amor entre mulheres Não tem tradução!

Os Usos do Erótico, o Erótico como Poder OK

Sexismo: uma doença norte-americana com rosto negro (não tem tradução!)

Carta Aberta a Mary Daly OK

O Menino-Homem: Resposta feminista de uma mãe negra lésbica não tem tradução

Entrevista: Audre Lorde e Adrienne Rich não tem tradução

As ferramentas do Senhor não podem destruir a Casa Grande OK

Idade, raça, classe e sexo: as mulheres redefinem a diferença OK

Usos da Raiva: mulheres respondendo ao Racismo OK

Aprender dos Sessenta não tem tradução

Olhando-nos nos olhos: mulheres negras, ira e ódio não tem tradução!

Introdução

Leer a Audre Lorde es descubrir asombradas a la otra que todas llevamos dentro y que es fuente a la vez de dolor y de fortalecimiento. Mi primer contacto con Audre Lorde fue la lectura de su ensayo “La poesía no es un lujo”, incluido en la presente obra. Me impresionó su honestidad y su fe en la poesía como terapia, como iluminación de los recovecos del yo, de la pluralidad de identidades. Como casi todos las y los poetas, Lorde quiere nombrar lo que todavía es una masa informe de sentimientos y experiencias. La palabra poética va más allá del placer estético y puede surgir donde otros lenguajes se callan: en esos lugares íntimos del yo donde se forman los temores, silencios y esperanzas y que constituyen para Lorde reservas de creatividad y poder. La palabra poética puede destilarlas y, a partir de ahí, convertirlas en ideas y en acción, porque para Lorde, la poesía puede cambiar las vidas y, sobre todo, las vidas de aquellas que siempre han estado marginadas. Lorde escribe para todo el mundo, pero se dirige con especial atención a las mujeres negras, pues, como mujer negra que es, nuestra autora desea mejorar las situaciones de opresión en la que muchas viven su existencia en todo el mundo.

Lorde nos hace sentir que no podemos vivir nuestras vidas renunciando a la exploración de nuestros sentimientos más profundos porque eso supondría andar mutiladas y de espaldas a lo que, según Lorde, es nuestra reserva de creatividad, de conocimiento profundo, y que puede convertirse en motor de nuestras acciones. Lo que no se explora, permanece oculto y no puede ser ni utilizado, ni contrastado, ni comprendido. Por eso, la poesía es una necesidad, no un lujo, siempre que parta de una honesta exploración de los sentimientos. Honesta, porque no se trata de articular un yo visionario sino de poder enfrentarnos y compartir tanto nuestros miedos como nuestras esperanzas.

Audre Lorde es una completa desconocida para el gran público en España, sin embargo, en su país natal sí ha alcanzado un merecido reconocimiento, como prueban los premios recibidos a lo largo de su vida y la publicación de sus poemarios en editoriales comerciales como Norton. La traducción al español y la publicación de la presente colección de ensayos La hermana, la extranjera (Sister Outsider, 1984) constituye un paso fundamental para la difusión de las obras de Audre Lorde en España. Hija de inmigrantes caribeños, Audre Lorde nació en Nueva York en febrero de 1932. Creció y se educó en Harlem y en 1959 se licenció en Hunter College, Nueva York, donde posteriormente impartiría clases. El año 1968 fue fundamental para Lorde porque, tras disfrutar de una beca en Tougaloo College (Mississippi), decidió orientar su vida hacia el activismo social, la enseñanza y la escritura. Ese mismo año se publicó su primer libro de poemas, The First Cities, al que seguirían entre otros From a Land Where Other People Live (1973), The Black Unicorn (1978), Our Dead Behind

• Título original: Sister Outsider. Producción y realización: JC Producción Gráfica.

Falta el final de Mirándonos a los ojos: Mujeres Negra, ira y odio; y Retorno a Granada: Un Informe Provisional y Apuntes de un Viaje a Rusia. Asimismo, no tuvimos acceso a las notas al pie.
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Us (1986) y The Marvelous Arithmetics of Distance (1993, póstumo). Aunque Lorde se considera fundamentalmente poeta, también escribió obras en prosa como la autobiografía Zami: A New Spelling of My Name (1982). Uno de los hechos más dolorosos de su vida fue la aparición de un cáncer de mama en 1978. Su lucha contra dicho mal y sus reflexiones sobre la influencia de esta enfermedad en su identidad y vida diaria quedaron reflejadas en The Cancer Journals (1980). Audre Lorde viajó por todo el mundo dando conferencias, participando en veladas poéticas e impartiendo clases. Desde 1987, la autora pasaba la mayor parte de su tiempo en las Islas Vírgenes (EE.UU.); en cuya capital, St. Croix, falleció en noviembre de 1992.

La obra que la lectora tiene entre las manos, La hermana, la extranjera, se publicó en 1984. Se trata de una colección de ensayos, discursos, fragmentos de los diarios de la autora y una entrevista, abarcando un período que va desde 1976 hasta 1983. Las distintas piezas en prosa aquí reunidas presentan aspectos relevantes en la trayectoria de Lorde como poeta y como mujer activista, lesbiana, negra y madre de dos hijos. La autora reelabora temas que ya habían aparecido en su poesía, como el concepto de la diferencia y la opresión (“Arañando la superficie: apuntes sobre las dificultades del amor entre mujeres”, “Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia”), la necesidad de la propia definición y de romper el silencio e invisibilidad en todo lo referente a sí misma y su preocupación por la represión como medio de control (“La transformación del silencio en lenguaje y acción”. “Usos de lo erótico: lo erótico como poder”). Otros ensayos hacen referencia a viajes (“Apuntes de un viaje a Rusia”, “Retorno a Granada: un informe provisional”) y la entrevista con Adrienne Rich muestra los estrechos vínculos personales y profesionales entre ambas.

Esta obra es un ejemplo más del miedo que Lorde tenía al silencio. Prefería ser malinterpretada, criticada e incluso vilipendiada a callar, ella, que era lesbiana en una sociedad que mira con recelo a la homosexualidad y negra en una sociedad racista. Podía haber decidido vivir su vida sin llamar la atención, sin compartir sus sentimientos y sus reflexiones. Sin embargo, en su juventud, Lorde no encontraba consuelo ni en el arte ni en la literatura, pues por ningún sitio veía reflejadas las situaciones de discriminación y opresión sufridas ni el dolor que le causó la ausencia de diálogo familiar en torno a la raza. Para salir de esta pesadilla, decidió escribir sus propios poemas. La poesía le ayudó a adquirir un compromiso consigo misma y su propia integridad mental y personal. La hermana, la extranjera nace del mismo lugar que sus poemas: de una mirada introspectiva que se proyecta de dentro hacia fuera y que ansía el intercambio, el roce, la dialéctica, la incomodidad, la sinceridad por dura que sea, todo menos el silencio cómplice con la opresión y sinónimo de la muerte en vida.

Lorde comprendió pronto que el silencio no protege y este entendimiento fue dolorosamente confirmado cuando se le diagnosticó un cáncer de mama. La muerte, el silencio final, le acechaba. Como nos cuenta en “La transformación del silencio en lenguaje y acción”, Lorde realizó una travesía en el desierto tras serle diagnosticada la enfermedad. Se vio forzada a revisar toda su vida, sus expectativas, sus miedos. Más que nunca, la autora se dio cuenta de que el silencio sobre su enfermedad no la iba a salvar, al contrario, el compartir sus propias vivencias sobre el cáncer podría convertirse en una terapia al tender puentes con otras personas en la misma situación. No obstante, hacer visible la enfermedad suscita sentimientos de miedo al qué dirán, a la censura, a haber roto el decoro por hablar de temas desagradables. Lorde sintió el miedo y la vulnerabilidad, pero concluye que ocultar su experiencia para minimizarlos no la libra de ellos. Su articulación, sin embargo, conduce a la fortaleza, no a la mera supervivencia.

La hermana, la extranjera ejemplifica esta filosofía de Audre Lorde de romper el silencio y los tabúes sobre muchos aspectos de su propia vida, sobre la experiencia vital de las mujeres, y en especial, de las mujeres negras. Esta obra respira vitalidad, valentía y también humanidad a raudales. No estamos ante una heroína, sino ante una persona que a base de honestidad y coraje se ha aceptado a sí misma como mujer negra y lesbiana y que desea no sólo sobrevivir sino ser feliz. Podría Lorde haber permanecido en su parcela privada, sin complicaciones, disfrutando de su pareja y de sus hijos, sin embargo, estos ensayos muestran que la autora cree que lo personal es político y lo pone en práctica. Para ella, pues, la necesidad de cambios sociales y colectivos nace de la experiencia de esa misma necesidad en el ámbito de lo privado y personal.

La mayoría de estos ensayos son conferencias y, por lo tanto, interpelan directamente al público que se encontraba escuchándolas. Como lectoras, podemos sentir ese interés de Lorde por ir del yo al nosotras. No se trata de sesudas reflexiones escritas para un público imaginario, al contrario, Lorde nos convence de que ha pensado en mí, en ti, en nosotras al escribir sus palabras. No cree poseer la exclusiva del dolor, de la opresión, del sentimiento, de la fortaleza, ella siempre intenta compartir y conectar. Tanto en sus crónicas de viajes como en sus entrevistas y charlas, Lorde saca todo lo que lleva dentro en ese momento, por desagradable o escabroso que sea. Para ella, esa es la única manera de aceptar nuestra riqueza interior como personas,
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nuestras diferencias y conflictos interiores y las de las demás. Lorde nos obliga a enfrentarnos a nosotras mismas en toda plenitud, a lo bueno y lo malo. Al igual que hemos aprendido a trabajar cuando estamos cansadas, también hemos de aprender a articular nuestro dolor, miedo y recelos. Lo contrario sería un silencio interior que termina por acallar también lo mejor que llevamos dentro. Según Lorde, todo se puede utilizar para luchar contra la opresión, el racismo o la discriminación y, como ella sabe bien, se puede ser fuerte si se sabe lo que es la vulnerabilidad o valiente si se ha sentido miedo.

¿Por qué leer a Audre Lorde? Su prosa muestra las relaciones entre escritura, vida e identidad y sus reflexiones sobre las mujeres, y las mujeres negras en particular, revelan algunas de las complejidades de la identidad femenina contemporánea. Las opiniones de Lorde sobre la diferencia y la opresión siguen siendo válidas en una época como la nuestra, en la que la inmigración nos obliga a revisar nuestras relaciones con esas “otras” que antes considerábamos lejanas y ajenas. La dimensión colectiva de esta obra, esa voz que habla desde el “yo” al “nosotras” resulta primordial porque, si el fortalecimiento individual es necesario, sólo la actuación colectiva puede generar cambios sociales, políticos y económicos duraderos.
h2. A Poesia não é um luxo

A qualidade da luz pela qual escrutinamos nossas vidas tem impacto direto sobre o produto que vivemos, e sobre as mudanças que esperamos trazer por essas vidas. É dentro dessa luz que nós formamos aquelas ideias pelas quais alcançamos nossa mágica e a fazemos realizada. Isso é poesia como iluminação, pois é pela poesia que nós damos nome àquelas ideias que estão – até o poema – inominadas e desformes, ainda por nascer, mas já sentidas. Essa destilação da experiência da qual brota poesia verdadeira pare pensamento como sonho pare conceito, como sentimento pare ideia, e conhecimento pare (precede) entendimento.

Conforme nós aprendemos a sustentar a intimidade do escrutínio e florescer dentro dela, conforme aprendemos a usar os produtos daquele escrutínio para poder dentro de nossa vida, aqueles medos que comandam nossas vidas e formam nossos silêncios começam a perder o controle sobre nós.

Para cada de nós como mulheres, há um lugar escuro por dentro, onde escondido e crescendo nosso espírito verdadeiro se ergue, “lindo / e firme como uma castanha / opondo-se colunar ao (v)nosso pesadelo de fraqueza”2 e impotência.

Esses lugares de possibilidade dentro de nós são escuros porque são ancestrais e escondidos; eles sobreviveram e cresceram fortes através daquela escuridão. Dentro desses lugares profundos, cada uma de nós mantém uma reserva incrível de criatividade e poder, de emoção e sentimento não examinado e não registrado. O lugar de poder de mulher dentro de cada uma de nós não é branco nem superfície; é escuro, é ancestral, e é profundo.

Quando vemos a vida no modelo europeu unicamente como um problema a ser solucionado, nós contamos somente com nossas ideias para nos deixar livres, pois isso foi o que os patriarcas brancos nos disseram que era precioso.

Mas quanto mais vamos entrando em contato com nossa consciência de vida ancestral, não europeia, como uma situação a ser experienciada e com a qual interagir, nós aprendemos mais e mais a cultivar nossos sentimentos, e a respeitar aquelas fontes secretas de nosso poder de onde vem conhecimento verdadeiro e, portanto, ações duradouras vêm.

Nesse ponto no tempo, acredito que as mulheres carregamos dentro de nós mesmas a possibilidade de fusão dessas duas abordagens tão necessárias à sobrevivência, e chegamos perto dessa combinação em nossa poesia. Eu falo aqui de poesia como uma destilação revelatória da experiência, não o jogo de palavras estéril que, muitas vezes, os patriarcas brancos distorceram a palavra poesia para significar – para cobrir um desejo desesperado por imaginação sem vislumbre.

Para mulheres, então, poesia não é um luxo. Ela é uma necessidade vital de nossa existência. Ela forma a qualidade da luz dentro da qual predizemos nossas esperanças e sonhos em direção a sobrevivência e mudança, primeiro feita em linguagem, depois em ideia, então em ação mais tocável. Poesia é a maneira com que ajudamos a dar nome ao inominado, para que possa ser pensado. O horizonte mais distante de nossas esperanças e medos é calçado por nossos poemas, talhado das experiências pétreas de nossas vidas diárias.

Conforme eles se tornam conhecidos e aceitos por nós, nossos sentimentos e a exploração honesta deles se tornam santuários e solo polinizado para o mais radical e audaz de ideias. Eles se tornam um abrigo para aquela diferença tão necessária à mudança e a conceituação de qualquer ação significativa. Agora mesmo, eu poderia nomear pelo menos dez ideias que eu teria achado intoleráveis ou incompreensíveis e assustadoras, exceto se tivessem vindo depois de sonhos e poemas. Isso não é fantasia tola, mas uma atenção disciplinada ao verdadeiro significado de “isso parece certo para mim.” Nós podemos nos treinar a respeitar nossos sentimentos e transpô-los em uma linguagem para que possam ser compartilhados. E onde aquela linguagem ainda não existe, é nossa poesia que ajuda a tecê-la. Poesia não é só sonho e visão; ela é a estrutura óssea de nossas vidas. Ela lança as fundações para um futuro de mudança, uma ponte entre nossos medos do que nunca aconteceu antes.

Possibilidade não é para sempre nem instante. Não é fácil sustentar crença em sua eficácia. Às vezes podemos trabalhar muito e duro para estabelecer uma primeira trincheira de resistência real às mortes que esperam que vivamos, só para ter essa trincheira roubada ou ameaçada por aquelas calúnias que fomos socializadas a temer, ou pela retirada daquelas aprovações que fomos alertadas a buscar por segurança. Mulheres nos vemos diminuídas ou abrandadas pelas falsamente benignas acusações de infantilidade, de não-universalidade, de mutabilidade, de sensualidade. E quem pergunta a questão: eu estou alterando sua aura, suas ideias, seus sonhos, ou eu estou meramente movendo você a atos temporários e reativos? E mesmo que a segunda não seja má tarefa, é uma que deve ser vista no contexto de uma necessidade de verdadeira alteração das fundações mesmas de nossas vidas.

Os patriarcas brancos nos disseram: penso, logo existo. A mãe Negra dentro de nós – a poeta – sussurra em nossos sonhos: eu sinto, portanto eu posso ser livre. Poesia cunha a linguagem para expressar e empenhar essa demanda revolucionária, a implementação daquela liberdade.

Contudo, a experiência nos ensinou que ação no agora é também necessária, sempre. Nossas crianças não podem sonhar a não ser que elas vivam, elas não podem viver a não ser que estejam nutridas, e quem mais vai alimentá-las da comida verdadeira sem a qual seus sonhos não serão nada diferentes dos nossos? “Se você quer que nós mudemos o mundo algum dia, nós ao menos tempos que viver tempo o bastante para crescer!”, grita a criança.

Às vezes nos drogamos com sonhos de ideias novas. A cabeça vai nos salvar. O cérebro sozinho vai nos libertar. Mas não há ideias novas ainda esperando nas asas para nos salvar como mulheres, como humanas. Só há aquelas velhas e esquecidas, novas combinações, extrapolações e reconhecimentos desde dentro nós mesmas – junto à renovada coragem para tenta-las. E nós temos que encorajar constantemente a nós mesmas e a cada outra para tentarmos as ações heréticas que nossos sonhos implicam, e que tantas das nossas velhas ideias desprezam. Na linha de frente de nossa movimentação até mudança, só há poesia para aludir à possibilidade feita real. Nossos poemas formulam as implicações de nós mesmas, o que sentimos dentro e ousamos fazer realidade (ou trazer ação de acordo com), nossos medos, nossas esperanças, nossos terrores mais cultivados.

Pois dentro de estruturas vivas definidas pelo lucro, pelo poder linear, pela desumanização institucional, nossos sentimentos não foram feitos para sobreviver. Mantidos por perto como adjuntos inevitáveis ou passatempos prazenteiros, era esperado que sentimentos se curvassem a pensamento como era esperado que mulheres se curvassem a homens. Mas as mulheres temos sobrevivido. Como poetas. E não há sofrimentos novos. Nós já os sentimos todos. Nós escondemos tal fato no mesmo lugar em que nós escondemos nosso poder. Eles emergem em nossos sonhos, e são nossos sonhos que apontam o caminho para liberdade. Aqueles sonhos se tornam realizáveis por nossos poemas que nos dão a força e coragem para ver, sentir, falar, e ousar.

Se o que precisamos para sonhar, para mover nossos espíritos mais profunda e diretamente até o encontro e através de promessa, é menosprezado como luxo, então nós desistimos do cerne – a fonte – de nosso poder, nossa mulheridade; nós desistimos do futuro de nossos mundos.

Pois não há ideias novas. Só há novas maneiras de fazê-las sentidas – de examinar como nos parecem aquelas ideias sendo vividas no domingo de manhã às 7 A.M, depois do café da manhã, durante amor voraz, fazendo guerra, parindo, chorando nossxs mortxs – enquanto nós sofremos as velhas esperas, combatemos os velhos conselhos e medos de sermos silentes e impotentes e sós, enquanto nós provamos nossas possibilidades e forças.

1 Traduzido por tatiana nascimento, novembro de 2012. dissonante@gmail.com / traduzidas.wordpress.com

2 Publicado pela primeira vez em Chrysalis: A Magazine of Female Culture, n. 3 (1977). Nota da autora.

A Transformação do Silêncio em Linguagem e Ação

Apresentação lida no painel sobre Lesbianismo e Literatura, da Associação de Língua Moderna, em Chicago, Illinois, 28 de dezembro de 1977, publicada pela primeira vez em 1978, no volume 6 de Sinister Wisdom, revista de feminismo radical.

Muitas vezes penso que preciso dizer as coisas que me parecem mais importantes, verbalizá-las, compartilhá-las, mesmo correndo o risco de que sejam rejeitadas ou mal-entendidas. Mais além do que qualquer outro efeito, o fato de dizê-las me faz bem. Eu estou aqui como poeta Negra lésbica e sobre o significado de tudo isso repousa o fato de ainda estar viva, coisa que poderia não ter sido. Há menos de dois meses, dois médicos –um homem e uma mulher – me disseram que devia fazer uma operação de mama e que as chances de que o tumor fosse maligno estavam entre 60 e 80 por cento.
Entre essas palavras e a operação, passaram três semanas de agonia em que precisei reorganizar involuntariamente toda minha vida. A operação já passou e o tumor era benigno. Mas durante essas três semanas tive que retornar sobre mim mesma e sobre minha vida com uma severa e urgente lucidez que me deixaram ainda tremendo, mas ainda mais forte.* É uma situação com a qual, muitas mulheres se deparam, talvez algumas de vocês, hoje.
As coisas que experimentei nesse período me ajudaram a compreender muito do que sinto sobre a transformação do silêncio em linguagem e em ação.
Ao tomar forçadamente consciência de minha própria mortalidade, do que desejava e queria de minha vida, durasse o que durasse, as prioridades e as omissões brilharam sob uma luz impiedosa, e do que mais me arrependi foi de meus silêncios. O que me dava tanto medo? Questionar e dizer o que pensava podia provocar dor, ou a morte. Mas todas sofremos de tantas maneiras todo o tempo, sem que por isso a dor diminua ou desapareça. A morte não é mais do que o silêncio final. E pode chegar rapidamente, agora mesmo, mesmo antes que eu tenha dito o que precisava dizer.
Só havia traído a mim mesma nesses pequenos silêncios, pensando que algum dia ia falar, ou esperando que outras falassem. E comecei a reconhecer uma fonte de poder dentro de mim ao dar-me conta de que não devia ter medo, que a força estava em aprender a ver o medo a partir de outra perspectiva.
Eu ia morrer cedo, tivesse falado ou não. Meus silêncios não tinham me protegido. Tampouco protegerá a vocês. Mas cada palavra que tinha dito, cada tentativa que tinha feito de falar as verdades que ainda persigo, me aproximou de outras mulheres, e juntas examinamos as palavras adequadas para o mundo em que acreditamos, nos sobrepondo a nossas diferenças. E foi a preocupação e o cuidado de todas essas mulheres que me deu forças e me permitiu analisar a essência de minha vida.
As mulheres que me ajudaram durante essa etapa foram Negras e brancas, velhas e jovens, lésbicas, bissexuais e heterossexuais, mas todas compartilhamos a luta da tirania do silêncio. Todas elas me deram a força e a companhia sem as quais não teria sobrevivido intacta. Nessas semanas de medo agudo –na guerra todas lutamos, sutilmente ou não, conscientemente ou não, contra as forças da morte- compreendi que eu não era só uma vítima, mas também uma guerreira.
Que palavras ainda lhes faltam? O que necessitam dizer? Que tiranias vocês engolem cada dia e tentam torná-las suas, até asfixiar-se e morrer por elas, sempre em silêncio? Talvez para algumas de vocês hoje, aqui, eu represento um de seus medos.
Porque sou mulher, porque sou Negra, porque sou lésbica, porque sou eu mesma – uma poetisa guerreira Negra fazendo seu trabalho. Pergunto: vocês estão fazendo o seu?
E, certamente, tenho medo porque a transformação do silêncio em linguagem e em ação é um ato de autorrevelação e isso sempre parece estar cheio de perigos. Mas minha filha, quando falei de nosso tema e de minhas dificuldades, me disse: “Fala para elas de como nunca se é uma pessoa inteira se guardas silêncio, porque esse pedacinho fica sempre dentro de ti e quer sair, e se segues ignorando-o, ele se torna cada vez mais irritado e furioso, e se nunca o deixar sair um dia diz: basta! e te dá um soco dentro da boca”.
No silêncio, cada uma de nós desvia o olhar de seus próprios medos – medo do desprezo, da censura, do julgamento, ou do reconhecimento, do desafio, do aniquilamento. Mas antes de nada acredito que tememos a visibilidade, sem a qual, entretanto, não podemos viver, não podemos viver verdadeiramente. Neste país em que a diferença racial cria uma constante, ainda que não seja explícita, distorção da visão, as mulheres Negras temos sido visíveis por um lado, enquanto que por outro nos fizeram invisíveis pela despersonalização do racismo. Ainda dentro do movimento de mulheres tivemos que lutar, e seguimos lutando, para recuperar essa visibilidade que ao mesmo tempo nos faz mais vulneráveis: a de ser Negras.
Porque para sobreviver nesta boca de dragão que chamamos América, tivemos que aprender esta primeira lição, a mais vital, e não se supunha que fossemos sobreviver. Não como seres humanos. Nem se suponha que fosse sobreviver a maioria de vocês, Negras ou não. E essa visibilidade que nos faz tão vulneráveis, é também a fonte de nossa maior fortaleza. Porque a máquina vai tratar de nos triturar de qualquer maneira, tenhamos falado ou não. Podemos nos sentar num canto e emudecer para sempre enquanto nossas irmãs e nossas iguais são desprezadas, enquanto nossos filhos são deformados e destruídos, enquanto nossa terra está sendo envenenada, podemos ficar quietas em nossos cantos seguros, caladas como se engarrafadas, e ainda assim seguiremos tendo medo.
Em minha casa se celebra este ano a festa de Kwanza, o festival Afro americano da colheita, que começa o dia depois do Natal e dura sete dias. Há sete princípios de Kwanza, um para cada dia. O primeiro princípio é Umoja, que quer dizer unidade, a decisão de lutar pela unidade e mantê-la em nós mesmas e na comunidade. O princípio de ontem, o segundo dia, era Kujichagulia: a autodeterminação, a decisão de definir a nós mesmas, de dar nomes, de falar por nós em vez de sermos nomeadas e expressadas por outros. Hoje é o terceiro dia de Kwanza, e o princípio de hoje é Ujima: o trabalho coletivo e a responsabilidade, a decisão de construir e conservar juntas nossas comunidades, de reconhecer e resolver juntas nossos problemas.
Cada uma de nós está hoje aqui porque de um modo ou outro compartilhamos um compromisso com a linguagem e com o seu poder, também com a recuperação dela que foi utilizada contra nós. Na transformação do silêncio em linguagem e em ação, é de uma necessidade vital para nós estabelecer e examinar a função dessa transformação e reconhecer seu papel igualmente vital dentro dessa transformação.
Para quem escrevemos, é necessário examinar não só a verdade do que falamos, mas também a verdade da linguagem em que o dizemos. Para outras, se trata de compartilhar e difundir aquelas palavras que significam tanto para nós. Mas em princípio, para todas nós, é necessário ensinar com a vida e com as palavras essas verdades que acreditamos e conhecemos mais além do entendimento. Porque só assim sobreviveremos, participando num processo de vida criativo, contínuo e em crescimento.
E sempre se fará com medo – da visibilidade, da dura luz da análise, talvez do julgamento, da dor, da morte. Mas, com exceção da morte, nós já passamos por tudo isso e o fizemos em silêncio. Eu penso todo o tempo que se tivesse nascido muda, ou se tivesse mantido um juramento de silêncio toda minha vida, teria sofrido igual, e igualmente morreria. É bom lembrar, para não perder a perspectiva.
E quando as palavras das mulheres clamam por serem ouvidas, cada uma de nós deve reconhecer sua responsabilidade de tirar essas palavras para fora, lê-las, compartilhá-las e examiná-las em sua pertinência à vida. Não nos escondamos detrás das falsas separações que nos impuseram e que tão seguidamente as aceitamos como nossas. Por exemplo: “Não posso ensinar a literatura das mulheres Negras porque sua experiência é diferente da minha”.
Entretanto, durante quantos anos ensinaram Platão, Shakespeare e Proust? Ou: “Ela é uma mulher branca, o que ela pode dizer para mim” Ou: “Ela é lésbica… O que vai dizer o meu marido, ou meu chefe?” Ou ainda: “Esta mulher escreve sobre nossos filhos, e eu não sou mãe”. E assim todas as outras formas em que nos abstraímos umas das outras.
Podemos aprender a trabalhar e a falar apesar do medo, da mesma maneira que aprendemos a trabalhar e a falar apesar de cansadas. Fomos educadas para respeitar mais ao medo do que a nossa necessidade de linguagem e definição, mas se esperamos em silêncio que chegue a coragem, o peso do silêncio vai nos afogar.
O fato de estarmos aqui e que eu esteja dizendo essas palavras, já é uma tentativa de quebrar o silêncio e estender uma ponte sobre nossas diferenças, porque não são as diferenças que nos imobilizam, mas o silêncio. E restam tantos silêncios para romper!

Arranhando a Superfície

Notas sobre a dificuldade do amor entre mulheres

Os Usos do Erótico

- o Erótico como Poder

Como mulheres, temos desconfiado desse poder que emana de nosso conhecimento mais profundo e irracional. Durante toda nossa vida temos sido alertadas contra ele pelo mundo masculino, que valoriza sua profundidade a ponto de nos manter por perto para que o exercitemos em benefício dos homens, mas ao mesmo tempo a teme demais para sequer examinar a possibilidade de vivê-la por si mesmos. Então as mulheres são mantidas numa posição distante/inferior para serem psicologicamente ordenhadas, mais ou menos da mesma forma com que as formigas mantêm colônias de pulgões que forneça o nutrimento que sustenta a vida de seus mestres.
Mas o erótico oferece um manancial de força revigorante e provocativa à mulher que não teme sua revelação, nem sucumbe à crença de que as sensações são o bastante.

O erótico tem sido frequentemente difamado pelos homens, e usado contra as mulheres. Tem sido tomado como uma sensação confusa, trivial, psicótica e plastificada. É por isso que temos muitas vezes nos afastado da exploração e consideração do erótico como uma fonte de poder e informação, confundindo isso com seu oposto, o pornográfico. Mas a pornografia é uma negação direta do poder do erótico, uma vez que representa a supressão do sentimento verdadeiro. A pornografia enfatiza a sensação sem sentimento.
O erótico é um lugar entre a incipiente consciência de nosso próprio ser e o caos de nossos sentimentos mais fortes. É um senso íntimo de satisfação ao qual, uma vez que o tenhamos vivido, sabemos que podemos almejar. Porque uma vez tendo vivido a completude dessa profundidade de sentimento e reconhecido seu poder, não podemos, por nossa honra e respeito próprio, exigir menos que isso de nós mesmas.

Nunca é fácil demandar o máximo de nós mesmas, de nossas vidas, de nosso trabalho. Almejar a excelência é ir além da mediocridade incentivada por nossa sociedade. Mas sucumbir ao medo do sentimento e trabalhar no limite é um luxo que só pode se permitir quem não tem aspirações, e essas pessoas são aquelas que não desejam guiar seus próprios destinos. Mas a demanda íntima pela excelência que aprendemos do erótico não pode ser mal entendida como exigir o impossível nem de nós mesmas nem das outras. Tal exigência incapacita todo mundo no processo. Porque o erótico não é sobre o que fazemos; é sobre quão penetrante e inteiramente nós podemos sentir durante o fazer. E uma vez que saibamos o tamanho de nossa capacidade de sentir esse senso de satisfação e realização, podemos então observar qual de nossos afãs vitais nos coloca mais perto dessa plenitude.
O sentido de cada coisa que fazemos é fazer nossas vidas, e a vida de nossas crianças, mais ricas e mais viáveis. Pela celebração do erótico em todas as nossas empreitadas, meu trabalho se torna uma decisão consciente – um leito muito esperado em que me deito com gratidão e do qual levanto empoderada.
Obviamente, mulheres tão empoderadas são perigosas. Então somos ensinadas a separar a demanda erótica de quase todas as áreas mais vitais de nossas vidas além do sexo. E a negligência às satisfações e fundamentos eróticos de nossa práxis se traduz em desafeto por grande parte do que fazemos. Por exemplo, quantas vezes amamos de verdade nosso trabalho até mesmo quando temos dificuldades nele?
O maior horror de qualquer sistema que define o bom em termos de lucro mais do que em termos de necessidade humana, ou que define a necessidade humana pela exclusão dos componentes psíquicos e emocionais dela – o maior horror desse sistema é que priva de nosso trabalho seu valor erótico, seu poder erótico, e rouba da vida seu interesse e plenitude. Tal sistema reduz o trabalho a uma maquete de necessidades, um dever pelo qual ganhamos o pão ou o esquecimento de nós mesmas e de quem amamos. Mas isso é o mesmo que cegar uma pintora e dizer a ela que melhore sua obra, e ainda que goste de pintar. Isso não é só perto do impossível, é também, profundamente, cruel.

Como mulheres, precisamos buscar formas para que nosso mundo possa ser realmente diferente. Estou falando, aqui, é da necessidade de novamente avaliarmos a qualidade de todos os aspectos de nossas vidas e de nosso trabalho, e de como nos movimentamos através e até eles.

A própria palavra erótico vem do grego eros, a personificação do amor em todos seus aspectos – nascido do Caos, e personificando o poder criativo e a harmonia. Então, quando falo do erótico, o estou pronunciando como uma declaração da força vital das mulheres, daquela energia criativa fortalecida, cujo conhecimento e uso estamos agora retomando em nossa linguagem, nossa história, nosso dançar, nosso amar, nosso trabalho, nossas vidas.

Há tentativas frequentes de se equiparar a pornografia e o erotismo, dois usos diametralmente opostos do sexual. Por causa de tais tentativas, se tornou recorrente separar o espiritual (psíquico e emocional) do político, vê-los como contraditórios ou antitéticos. “Como assim, uma revolucionária poética, um traficante de armas que medita?”. Da mesma forma, temos tentado separar o espiritual do erótico, e assim temos reduzido o espiritual a um mundo de afetos insípidos, do asceta que deseja sentir o nada. Mas nada está mais distante da verdade. Porque a posição ascética é uma do mais grandioso medo, da mais extrema imobilidade. A abstinência severa do asceta torna-se a obsessão dominadora. E não é uma que se embase na autodisciplina, mas sim na abnegação.

A dicotomia entre o espiritual e o político é igualmente falsa, resultante de uma atenção displicente de nosso conhecimento erótico. Porque a ponte que os conecta é formada pelo erótico – o sensual –, aquelas expressões físicas, emocionais e psíquicas do que há de mais profundo e forte e farto dentro de cada uma de nós a ser compartilhado: as paixões do amor, em seus mais fundos significados.
Além do raso, a tão usada expressão “me faz sentir bem” reconhece o poder do erótico como um conhecimento legítimo, pois o que ela significa é o primeiro e mais poderoso guia que conduz a qualquer entendimento. E entendimento nada mais é do que um colo que abriga justamente, e dá sentido, aquela sabedoria nascida do mais fundo. E o erótico é o nutriente e o embalar de toda nossa sabedoria mais profunda.

O erótico, para mim, acontece de muitas maneiras, e a primeira é fornecendo o poder que vem de compartilhar intensamente qualquer busca com outra pessoa. A partilha do gozo, seja ele físico, emocional, psíquico ou intelectual, monta uma ponte entre quem compartilha, e essa ponte pode ser a base para a compreensão daquilo que não se compartilha, enquanto, e diminuir o medo das suas diferenças.
Outra forma importante por que o erótico opera é ampliando franca e corajosamente minha capacidade de gozar. Assim como meu corpo se expande com a música, se dilatando em reação a ela, escutando seus ritmos profundos, tudo aquilo que eu sinto também se dilata à experiência eroticamente satisfatória, seja dançando, construindo uma estante de livros, escrevendo um poema, examinando uma ideia.
Essa autoconexão compartilhada é um indicador do gozo que me sei capaz de sentir, um lembrete de minha capacidade de sentimento. E essa sabedoria profunda e insubstituível da minha capacidade ao gozo me põe frente à demanda de que eu viva toda a vida sabendo que essa satisfação é possível, e não precisa ser chamada de casamento, nem deus, nem vida após a morte.
Essa é uma razão pela qual o erótico é tão temido, e tantas vezes relegado unicamente ao quarto, isso quando chega a ser reconhecido. Pois uma vez que começamos a sentir intensamente todos os aspectos de nossas vidas, começamos a esperar de nós mesmas, e de nossos afãs vitais, que estejamos em sintonia com aquele gozo que nos sabemos capazes de viver. Nossa sabedoria erótica nos empodera, se torna uma lente pela qual fazemos um escrutínio de todos os aspectos de nossa existência, o que nos leva a examiná-los honestamente em termos de seus significados relativos em nossas vidas. E essa é uma grande responsabilidade, surgida desde dentro de cada uma de nós, de não nos conformarmos com o que é conveniente, com o que é falseado, convenientemente suposto ou meramente seguro.
Durante a segunda guerra mundial, comprávamos potes de plástico hermeticamente fechados com uma margarina incolor dentro, que vinha com uma cápsula pequena e densa de corante amarelo, posta como um topázio do lado de fora da embalagem clara. Deixávamos a margarina no sol um tempo, para amaciar, e aí furávamos a pequena cápsula na massa macia e pálida da margarina. Então, pegando a embalagem com cuidado entre os dedos, balançávamos cuidadosamente pra frente e pra trás, várias vezes, até que a cor estivesse se espalhado completamente por todo o pote de margarina, colorindo-a perfeitamente.

O erótico é esse cerne dentro de mim. Quando liberado de seu invólucro intenso e constritor, ele flui através de minha vida, colorindo-a com o tipo de energia que amplia e sensibiliza e fortalece toda minha experiência.

Fomos criadas pra temer o sim dentro de nós, nossos mais profundos desejos. Mas quando aprendemos a identificá-los, aqueles que não melhoram nosso futuro perdem seu poder e podem ser mudados. O medo de nossos desejos os mantém suspeitos e indiscriminadamente poderosos, já que suprimir qualquer verdade é dotá-la de uma força insuportável. O medo de que não vamos dar conta de crescer além de quaisquer distorções que possamos achar em nós mesmas é que nos mantém dóceis, leais e obedientes, definidas pelo que vem de fora, e que nos leva a aceitar muitos aspectos da opressão que sofremos por sermos mulheres.

Quando vivemos fora de nós mesmas, e com isso quero dizer que vivemos por diretrizes alheias unicamente, mais que por nossa sabedoria e necessidades internas, quando vivemos longe daquelas trilhas eróticas de dentro de nós mesmas, então nossas vidas estão limitadas pelas formas externas e alheias, e nós nos conformamos com as necessidades de uma estrutura que não é baseada na necessidade humana, e muito menos nas individuais. Mas quando começamos a viver desde dentro pra fora, conectadas ao poder do erótico dentro de nós e permitindo que esse poder preencha e inspire nossas formas de atuar com o mundo que nos rodeia, então é que começamos a ser responsáveis por nós mesmas no sentido mais profundo. Pois ao começarmos a identificar nossos sentimentos mais profundos é que desistimos de nos satisfazer com sofrimento e autonegação, e o embotamento que tantas vezes parece ser a única alternativa a isso em nossa sociedade. Nossos atos contra a opressão se tornam íntegros com sermos, motivados e empoderados desde dentro.

Em contato com o erótico, eu me rebelo contra a aceitação do enfraquecimento e de todos os estados de meu ser que não são próprios de mim, que me foram impostos, como a resignação, o desespero, o auto-aniquilamento, a depressão, a autonegação.

E sim, há uma hierarquia. Existe diferença entre pintar a cerca do jardim e escrever um poema, mas é uma só de quantidade. E não há de onde vejo nenhuma diferença entre escrever um poema maravilhoso e me mexer na luz do sol junto ao corpo de uma mulher que amo.
Isso me traz a uma última consideração sobre o erótico. Compartilhar o poder dos sentimentos de cada pessoa é diferente de usar os sentimentos de outra pessoa como lenço de papel. Quando não atentamos a nossas experiências, eróticas ou de outro tipo, não estamos compartilhando, e sim usando os sentimentos de quem participa conosco na experiência. E usar alguém sem seu consentimento é abuso.
Para ser utilizado, nosso sentimento erótico tem que ser identificado. A necessidade de compartilhar em profundidade de sentimento é uma necessidade humana. Mas na tradição europeia-estadunidense, essa necessidade é satisfeita com certos encontros eróticos ilícitos. Tais ocasiões quase sempre se caracterizam por falta de atenção mútua, pela pretensão de chamá-las pelo que não são, seja isso religião, ou arrebatamento, violência da multidão ou brincar de médico. E esse chamamento torto à necessidade e ao ato faz surgir aquela distorção que resulta em pornografia e obscenidade – o abuso do sentimento.

Quando não atentamos à importância do erótico no desenvolvimento e nutrição de nosso poder, ou quando não atentamos a nós mesmas na satisfação de nossas necessidades eróticas quando interagimos com outras, estamos nos usando como objetos de satisfação, ao invés de compartilharmos nosso gozo no satisfazer, ao invés de estabelecer conexões entre nossas parecenças e nossas diferenças. Se recusamos a consciência do que estamos sempre sentindo, por mais confortável que isso possa parecer, estamos nos privando de parte da experiência, e nos permitindo ser reduzidas ao pornográfico, ao abusado, ao absurdo.

O erótico não pode ser sentido à nossa revelia. Como uma negra lésbica feminista, tenho um sentimento, um entendimento e uma sabedoria particular por aquelas irmãs com quem eu tenha dançado intensamente, brincado, ou até mesmo brigado. E essa participação intensa numa experiência compartilhada é, muitas vezes, o precedente à realização de ações conjuntas que antes não seriam possíveis.
Mas as mulheres que continuam agindo exclusivamente sob as normas da tradição masculina europeia-estadunidense não podem compartilhar facilmente essa carga erótica. Eu sei que ela não estava acessível pra mim quando eu tentava adaptar minha consciência a esse modo de vida e sensação.

Somente agora é que encontro mais e mais mulheres-identificadas-com-mulheres com bravura o bastante para arriscar compartilhar a carga elétrica do erótico sem dissimulação, e sem distorcer a natureza enormemente poderosa e criativa dessa troca. Reconhecer o poder do erótico em nossas vidas pode nos dar a energia necessária pra fazer mudanças genuínas em nosso mundo, mais que meramente estabelecer uma mudança de personagens no mesmo drama tedioso.

Pois não só tocamos nossa fonte mais profundamente criativa, mas fazemos o que é fêmeo e autoafirmativo frente a uma sociedade racista, patriarcal e anti-erótica.
(…)

Traduzido por tatiana nascimento dos santos – dezembro de 2009.

Sexismo: uma doença norte-americana com rosto negro

Carta Aberta a Mary Daly

Querida Mary,
Tendo um momento para respirar nessa primavera selvagem e maldita, eu queria lhe dizer aquelas palavras que tenho guardado para você. Eu havia esperado que nossos caminhos se cruzassem e que pudéssemos nos sentar lado a lado para conversar, mas isso ainda não aconteceu.
Eu lhe desejo força e satisfação em sua eventual vitória sobre as forças repressivas da Universidade em Boston. Fico feliz que tantas mulheres tenham comparecido ao debate público, e espero que essa demonstração de poder conjunto abrirá mais espaço para o seu crescimento e sua permanência.
Obrigada por me enviar Gyn/Ecology. Muito dele é cheio de significado, utilidade, gerativo e provocativo. Da mesma forma que em Beyond God The Father, muito das suas análises é fortificante e de ajuda para mim. Isso posto, é por causa da sua contribuição para mim em seus trabalhos passados que eu lhe escrevo, agora, esta carta, na esperança de compartilhar com você os benefícios das minhas ideias, assim como você compartilhou os benefícios das suas comigo.
Esta carta foi adiada por conta da minha grave relutancia em te procurar, dado que aquilo que pretendo esmiuçar aqui não é fácil, nem simples. A história das mulheres brancas que foram incapazes de ouvir as palavras das mulheres negras, ou de manter diálogo conosco, é longa e desencorajante. Mas, para mim, pressupor que você não vá me ouvir representa tanto a história como quanto, talvez, um antigo padrão de relacionamento, por vezes protetivo e por vezes desfuncional, padrão que nós, como mulheres construindo um futuro, estamos em processo de quebrar e passar para trás, eu espero.
Acredito em sua boa fé em direção a todas as mulheres, em sua visão para um futuro dentro do qual todas nós possamos florescer, e em seu comprometimento com a tarefa árdua e por vezes dolorosa de efetuar mudança. É com esse espírito que a convido para um esclarecimento clarification de algumas das diferencas que se colocam entre nós como negras e uma mulher branca.
Quando comecei a ler Gyn/Ecology, estava verdadeiramente entusiasmada com a visão por trás de suas palavras e concordava com a cabeça enquanto você falava, na Primeira Passagem, sobre mitos e mistificação. Suas palavras sobre a natureza e função da Deusa, bem como os modos como a face dela tem sido obscurecida obscured, concordam com o que eu mesma descobri, em minhas pesquisas sobre mitos/lendas/religiões africanas, sobre a verdadeira natureza do poder feminino ancestral.
Então, me perguntei, por que Mary não cita Afrekete como exemplo? Por que suas imagens de deusas são apenas brancas, europeias, judaico-cristãs? Onde estava Afrekete, Iemanjá, Oyo e Mawulisa? Onde estariam as deusas guerreiras de Vodun, as amazonas de Dahomeian, e as mulheres guerreiras de Dan? Bem, eu pensei, Mary fez uma decisão consciente de diminuir o escopo e lidar apenas com a ecologia das mulheres ocidentais europeias.
Então, passei pelos primeiros três capítulos de sua Segunda Passagem, e ficou óbvio que você estava lidando com mulheres não europeias, mas apenas como vítimas e predadoras de si mesmas. Comecei a sentir minha história e meu cenário mítico distorcido pela ausência de qualquer imagem de minhas antecessoras no poder. Sua inclusão da mutilação genital africana foi uma peça importante e necessária para a consideração de qualquer ecologia feminina, e pouquíssimo foi escrito sobre isso. Mas sugerir que todas as mulheres sofrem a mesma opressão simplesmente por serem mulheres é perder de vista a variedade dos instrumentos do patriarcado. É ignorar como essas ferramentas são usadas por mulheres, desavisadamente, umas contra as outras.
Desprezar nossas antecessoras negras pode muito bem ser o mesmo que desprezar o lugar onde as mulheres europeias aprenderam a amar. Falando como uma mulher afro-americana sob patriarcado branco, estou acostumada a ter minha experiência arquetípica distorcida e trivializada, mas é horrivelmente doloroso sentir isso ser feito por uma mulher cuja sabedoria toca tanto a minha própria.
Quando falo de sabedoria, como você sabe, estou falando da produndidade negra dark e verdadeira sob a qual a compreensão serve, atende, e se faz acessível por meio da linguagem para nós mesmas e outras. É essa profundidade dentro de cada uma de nós que nutre a visão.
O que você excluiu de Gyn/Ecology dispensou minha herança e a herança de todas as mulheres não europeias, e negou as reais conexões que existem entre todas nós.
É óbvio que você fez uma quantidade de trabalho enorme para esse livro. Mas o fato de simplesmente haver pouco material sobre o poder e simbologia feminina de não brancas, dentro da perspectiva feminista radical, excluir esse aspecto da conexão, sequer comentando-o em seu trabalho, é negar a fonte da força e poder das mulheres não europeias que nutre cada uma de nossas visões. É escolher fazer uma afirmação.
Então, perceber que as únicas citações de mulheres negras foram aquelas usadas por você na introdução do capítulo sobre mutilação genital africana me fez questionar por que você sequer precisou usá-las. Da minha parte, senti que você realmente usou mal minhas palavras, utilizou-as apenas para testemunhar contra mim mesma na qualidade de mulher não branca of colour. Uma vez que minhas palavras, usadas por você, não eram mais ilustrativas desse capítulo do que “A poesia não é um luxo”, ou qualquer outro poema meu, seria de muitas outras partes de Gyn/Ecology.
Então, a pergunta que fica em minha mente, Mary, é se você realmente lê os trabalhos de mulheres negras? Será que você já leu mesmo minhas palavras, ou você apenas pescou citações que você pensou darem um apoio valorozo a ideias pré-concebidas a respeito de alguma conexão ancestral e distorcida entre nós? Essa pergunta não é retórica. Para mim, essa parece ser outra instância de conhecimento, cronologia e trabalho das mulheres não brancas sendo tornadas gueto por uma mulher branca que está usando apenas o patriarcado ocidental europeu como referência. Mesmo suas palavras na página 49 de Gyn/Ecology, “a força que a mulher Ego-centrada Self-centered encontra, ao encontrar suas raízes, é a nossa própria força, que levamos de volta aos nossos Eus Selfs”, têm um tom diferente quando lembramos as antigas tradições de poder e força e nutrição encontradas na criação de laços entre mulheres africanas. Está lá para ser despejada por todas as mulheres que não temem a revelação de conexão entre si.
Você leu meu trabalho, e o trabalho de outras mulheres negras, em nome do que isso poderia te acrescentar? Ou caçou através deles apenas para encontrar palavras que legitimassem seu capítulo sobre mutilação genital aos olhos de outras mulheres negras? E se sim, então por que não usar nossas palavras para legitimar e ilustrar outros lugares onde nos conectamos em nossos seres e devires? Se, por outro lado, você não estava tentando alcançar mulheres negras, em que sentido nossas palavras ilustraram o seu ponto para as mulheres brancas?
Mary, peço que você tome consciência de como isso serve para as forças destrutivas do racismo e da separação entre mulheres – o pressuposto de que a história e mito das mulheres brancas é o único cenário legítimo e a única história e mitologia de todas as mulheres que poderíamos clamar para empoderamento e cenário, e que mulheres não brancas e nossas histórias são dignas de nota apenas como decoração, ou de exemplos de vitimização feminina. Peço que tome consciência do efeito que esse desprezo tem sobre a comunidade das mulheres negras e de outras mulheres não brancas, e como isso desvaloriza tuas próprias palavras. Essa dispensa não difere essencialmente do desprezo especializado que faz as mulheres negras serem prezas, por exemplo, de assassinos, coisa acontecendo exatamente agora em nossas cidades. Quando o patriarcado nos dispensa, ele encoraja nosso assassinato. Quando a teoria lésbica feminista radical nos dispensa, encoraja a sua própria dispensa.
Essa dispensa se coloca como um bloqueio real de comunicação entre nós. Esse bloqueio faz com que seja muito mais fácil te dar as costas completamente do que tentar entender o pensamento por trás das suas escolhas. Será que o próximo passo deveria ser a guerra entre nós, ou nossa separação? Assimilação dentro de uma história unicamente ocidental e europeia não é aceitável.
Mary, peço que você relembre o que há de escuro dark e antigo e divino dentro de si mesma que ajuda no seu falar. Como pessoas olhando de fora, precisamos uma da outra para apoio e conexão e todas as outras necessidades de se viver à margem. Mas para que nós possamos nos juntar, precisamos reconhecer uma a outra. Apesar disso, eu sinto que você me descaracterizou un recognized tão completamente, que talvez eu tenha errado quanto a você e não mais a reconheça.
Sinto que você de fato celebra as diferenças entre mulheres brancas como uma força criativa em direção à mudança, em vez de uma razão para desentendimento e separação. Mas você falha em reconhecer que, como mulheres, essas diferenças expõem todas as mulheres a formas variadas e diferentes níveis de opressão patriarcal, sendo que partilhamos de algumas e não de outras. Por exemplo, você certamente sabe que, para as mulheres não brancas deste país, há uma mortalidade de 80% para o câncer de mama; três vezes o número de eventrations, histerectomias e esterilizações desnecessárias, em relação às mulheres brancas; três vezes a chance de serem estupradas, ou assassinadas, ou assediadas em relação às mulheres brancas. Estes são fatos estatísticos, não coincidências nem fantasias paranoicas.
Dentro da comunidade das mulheres, o racismo é uma força real em minha vida, e não na sua. As mulheres brancas com capuzes em Ohio, distribuindo nas ruas a literatura da Ku Klux Klan, talvez não gostem do que vou dizer, mas elas atirariam em mim assim que me vissem. (Se eu e você entrássemos em uma sala de aula no Alabama, onde a única coisa que soubessem de nós era que somos ambas feministas/lésbicas/radicais, você entenderia o que eu digo).
A opressão das mulheres não possui limites étnicos nem raciais, de fato, mas isso não significa que é idêntica dentro dessas diferenças. As reservas de nossos poderes ancestrais também não conhecem esses limites. Lidar com um deles sem sequer mencionar o outro é distorcer o que temos em comum, da mesma forma que distorce as nossas diferenças.
Pois, para além da irmandade, continua sendo racismo.
Encontramo-nos pela primeira vez na reunião de MLA, “A transformação do silêncio em linguagem e ação”. Esta carta tenta quebrar um silêncio que eu impus a mim mesma pouco antes daquela data. Eu havia decidido nunca mais falar com uma mulher branca sobre racismo. Sentia que era uma energia desperdiçada por conta de uma culpa destrutiva e de defensividade, e porque o que quer que eu tivesse para dizer seria melhor dito de mulheres brancas umas para outras, com um custo emocional muito menor para a locutora, que provavelmente seria melhor ouvida. Mas eu queria não destruir você em minha consciência, não precisar fazer isso. Então, como uma irmã Hag, peço que dialogue com minhas percepções.
Quer você o faça ou não, Mary, agradeço novamente pelo que aprendi com você.
Esta carta é um pagamento

Nas mãos de Afrekete
Audre Lorde

NOTAS:

Mary Daly respondeu a carta da Audre Lorde, pode ser visualizada neste link http://feminismandreligion.com/2011/10/05/mary-daly%E2%80%99s-letter-to-audre-lorde/

2 Também no livro Radical Feminism Today, da Denise Thompson, ela coloca que houve uma confusão por parte da Audre, pois segundo ela Mary Daly não estaria celebrando as religiões européias mas sim as criticando. Mas eu tenho pendente ler apenas vi uma parte ser citada em uma discussão.

O Menino-Homem

Resposta feminista de uma mãe negra lésbica

Entrevista

Audre Lorde e Adrienne Rich

As ferramentas do Senhor não podem destruir a Casa Grande

Eu concordei em participar numa conferência do Instituto de Humanidades da Universidade de Nova Iorque há um ano, por ter entendido que eu comentaria trabalhos que abordassem o papel da diferença nas vidas das mulheres americanas: diferenças de raça, sexualidade, classe e idade. A ausência dessas considerações enfraquece qualquer discussão feminista sobre o pessoal e o político.
É uma arrogância da academia, em particular, assumir qualquer discussão sobre teoria feminista sem examinar nossas várias diferenças, e sem uma perspectiva significativa das mulheres pobres, Negras e Terceiro-Mundistas, e lésbicas. Ainda assim, coloco-me aqui como uma Negra lésbica feminista que foi convidada, nessa conferência, a falar no único painel em que a perspectiva das Negras feministas e lésbicas está representada. O que isso diz sobre a visão dessa conferência é triste, num país onde racismo, sexismo e homofobia são inseparáveis. Ler a programação é assumir que mulheres lésbicas e Negras não têm nada a dizer sobre existencialismo, o erótico, a cultura e silêncio das mulheres, desenvolvimento de teoria feminista, ou heterossexualidade e poder. E o que significa, em termos pessoais e políticos, que mesmo as duas mulheres Negras que aqui se apresentaram foram, literalmente, encontradas em cima da hora? O que significa quando as ferramentas de um patriarcado racista são usadas para examinar os frutos desse mesmo patriarcado? Significa que somente os perímetros mais estreitos de mudança são possíveis e permitidos.
A ausência de qualquer consideração sobre a consciência lésbica ou a consciência das mulheres Terceiro-Mundistas deixa uma falha séria nessa conferência e nos artigos apresentados aqui. Por exemplo, num artigo sobre relações materiais entre mulheres, tomei conhecimento de um modelo de criação excludente que desconsidera totalmente meu conhecimento de Negra lésbica. Nesse artigo, não houve análise da mutualidade entre mulheres, nem de sistemas de apoio compartilhado, nem da interdependência como existe entre lésbicas e mulheres-identificadas-com-mulheres. No entanto, é somente no modelo patriarcal de criação que as mulheres “que tentam se emancipar pagam um risco talvez alto demais pelos resultados”, como afirma o artigo.
Para as mulheres, a necessidade e desejo de nutrir uma à outra não é patológica, mas sim redentora; e é dentro desse conhecimento que nosso poder real é redescoberto. Essa é a conexão real tão temida por um mundo patriarcal. Somente dentro de uma estrutura patriarcal é que a maternidade pode ser o único poder social acessível às mulheres.
A interdependência entre mulheres é o caminho para uma liberdade que permita ao Eu que seja, não para que seja usado, mas para que seja criativo. Essa é a diferença entre o ser passivo e o ativo sendo.
Lutar meramente pela tolerância com relação à diferença entre mulheres é o reformismo mais grosseiro. É uma negação total da função criativa que a diferença tem em nossas vidas. A diferença não deve ser meramente tolerada, mas vista como a base de polaridades necessárias entre as quais nossa criatividade pode faiscar como uma dialética. Somente aí é que a necessidade pela interdependência torna-se não ameaçadora. Somente nessa interdependência de forças diferentes, reconhecidas e equiparadas, pode ser gerado o poder de buscar novas formas de estar sendo no mundo, bem como a coragem e a sustância para agir quando não há permissões.
Da interdependência das diferenças mútuas (não dominantes) verte aquela segurança que nos possibilita descender no caos do conhecimento e retornar com visões verdadeiras de nosso futuro, juntas ao poder concomitante de efetivar tais mudanças que podem tornar aquele futuro um sendo. Diferença é aquela conexão crua e poderosa na qual nosso poder pessoal é forjado.
Como mulheres, fomos ensinadas ou a ignorar nossas diferenças, ou vê-las como as causas da separação e suspeição, ao invés de forças para mudança. Sem comunidade não há libertação. Só há o mais vulnerável e temporário armistício entre uma pessoa e sua opressão. Mas comunidade não deve significar uma supressão de nossas diferenças, nem a pretensão patética de que essas diferenças não existem.
Aquelas de nós que estão fora do círculo do que essa sociedade define como mulheres aceitáveis, aquelas de nós que foram forjadas nos caldeirões da diferença – aquelas de nós que somos pobres, que somos lésbicas, que somos Negras, que somos velhas – sabemos que sobrevivência não é uma habilidade acadêmica. É aprender a estar sozinha, impopular e às vezes insultada, e a fazer causa comum com aquelas outras identificadas como externas às estruturas, para definir e buscar um mundo no qual todas nós possamos florescer. É aprender a tomar nossas diferenças e torná-las forças. Pois as ferramentas do senhor nunca vão desmantelar a casa-grande. Elas podem nos permitir a temporariamente vencê-lo no seu próprio jogo, mas elas nunca nos permitirão trazer à tona mudança genuína. E esse fato só é uma ameaça àquelas mulheres que ainda definem a casa-grande como sua única fonte de suporte.
Mulheres pobres e mulheres de Cor sabem que há uma diferença entre as manifestações diárias de escravização marital e prostituição porque nossas filhas é que estão na pista. Se a teoria feminista americana branca precisa deixar de lidar com as diferenças entre nós, e as consequentes diferenças em nossas opressões, então como lidar com o fato de que as mulheres que limpam suas casas e cuidam de suas crianças enquanto vocês comparecem a conferências sobre teoria feminista são, majoritariamente, mulheres pobres e mulheres de Cor? Qual é a teoria por trás do feminismo racista?
Num mundo de possibilidade para todas nós, nossas visões pessoais ajudam a fincar as bases de trabalho da ação política. O fracasso das feministas acadêmicas em reconhecer a diferença como uma força crucial é o fracasso em transcender a primeira lição patriarcal. Em nosso mundo, dividir e conquistar tem que se tornar definir e empoderar.
Por que outras mulheres de Cor não foram encontradas para participar nessa conferência? Por que dois telefonemas para mim foram considerados uma consultoria? Eu sou a única fonte possível de nomes de feministas Negras? E mesmo que o artigo do painel  sobre Negritude termine com uma conexão importante e poderosa de amor entre mulheres, o que temos a dizer sobre cooperação interracial entre feministas que não se amam?
Em círculos feministas acadêmicos, a resposta a essas questões é muitas vezes “Nós não sabíamos a quem perguntar”. Mas essa é a mesma evasão de responsabilidade, a mesma esquiva que mantém o trabalho artístico de mulheres Negras fora das mostras de mulheres, que mantém o trabalho de mulheres Negras fora da maioria das publicações feministas, exceto pelas ocasionais “Edição Especial Mulheres Terceiro-Mundistas”, e que mantém os textos de mulheres Negras fora de nossas listas bibliográficas. Mas, como Adrienne Rich afirmou em uma palestra recentemente, as feministas brancas empenharam-se enormemente em educar-se sobre elas mesmas nos últimos dez anos, então como não se educaram também sobre mulheres Negras e as diferenças entre nós – brancas e Negras – quando isso é a chave para nossa sobrevivência enquanto movimento?
As mulheres de hoje ainda estão sendo chamadas a atravessar a fenda da ignorância masculina e educar os homens sobre nossas existências e nossas necessidades. Essa é uma ferramenta velha e arcaica usada por todos os opressores para manter as oprimidas ocupadas com as preocupações do senhor. Agora temos ouvido que é tarefa das mulheres de Cor educar mulheres brancas – frente à tremenda resistência – sobre nossa existência, nossas diferenças, e nossos respectivos papéis em nossa sobrevivência conjunta. Isso é um desvio de energias e uma trágica repetição do pensamento racista patriarcal.
Simone de Beauvoir disse: “É do conhecer as condições genuínas de nossas vidas que devemos tirar nossa força para viver e nossas razões para agir”.
O racismo e a homofobia são as condições reais para todas as nossas vidas nesse espaço e tempo. Eu conclamo cada uma de nós aqui a mergulhar naquele lugar profundo de conhecimento dentro de si mesma, e alcançar o terror e a abominação a qualquer diferença que ali reside. Ver que face veste. 
Então o pessoal e o político podem começar a iluminar todas as nossas diferenças.

* Comentários sobre “The Personal and the Political Panel”, Second Sex Conference, New York, 29 de setembro de 1979.

(Tradução de tatiana nascimento revisada em fevereiro de 2012.)

Idade, raça, classe e sexo

as mulheres redefinem a diferença

Boa parte da história europeia/ocidental nos condiciona para que vejamos as diferenças humanas como oposições simplistas: dominante/dominado, bom/mau, cima/baixo, superior/inferior. Em uma sociedade em que o bom se define em função dos benefícios e não das necessidades humanas, sempre deve existir grupos de pessoas que, mediante a opressão sistemática, são produzidas2 para sentir que excedem, pra ocuparem o lugar de inferiorização e desumanização. Em meio a essa sociedade, aquele grupo é composto por negros3 e pessoas de países subdesenvolvidos4, pessoas da classe operária, pessoas idosas e mulheres.

Como uma mulher de quarenta e nove anos de idade, Negra, Lésbica, Feminista, Socialista, mãe de duas crianças, incluindo um garoto, e membro de um casal inter-racial, eu usualmente encontro partes de mim em algum grupo definido como Outro, desviante, inferior, ou apenas algo que deu errado. Tradicionalmente, na sociedade estadunidense, é solicitado a membros de grupos oprimidos e objetificados que se esforcem por salvar o abismo que separa a realidade da nossa vida da consciência do nosso opressor. Com o objetivo de sobreviver, aqueles para quem a opressão é tão genuinamente norte-americana como a torta de maçã, sempre temos sido obrigados a ser bons/boas observadores/as e familiarizados com a linguagem e as maneiras do opressor, muitas vezes inclusive adotar esses modos por uma ilusão de proteção. Sempre que se planta a necessidade de uma pretensa comunicação, quem se beneficia de nossa opressão nos pede para compartilhemos com eles o nosso conhecimento.

Em outras palavras, isso significa que é do oprimido a responsabilidade de ensinar aos opressores seus erros. Eu sou responsável por educar os professores que depreciam a cultura dos meus filhos no colégio. Das pessoas negras e das que habitam países em desenvolvimento, espera-se que sejam responsáveis por educar a população branca afim de que reconheçam a nossa humanidade. Das mulheres, espera-se que eduquem os homens. Das lesbianas e dos gays que eduquem o mundo heterossexual. Os opressores conservam sua posição e ignoram a responsabilidade de seus próprios atos. Isso é uma drenagem de energia constante que, provavelmente, seria melhor usada na redefinição de nosso próprio ser e na construção realista dos meios para modificar o presente e construir o futuro.

A rejeição institucionalizada da diferença é uma necessidade básica para a economia do lucro que necessita da existência de um excedente de pessoas marginalizadas. Essa economia em que vivemos tem programado a todxs nós para que reajamos com medo e ódio ante as diferenças que existem entre nós e as manejemos dessas três maneiras: 1) ignorando isso e, 2) se não for possível, copiar isso se nós pensamos ser dominante, ou 3)destruir se as consideramos subordinadas. Porém, não possuímos modelos de relação igualitários para nos relacionarmos através das diferenças. Como resultado, tais diferenças tem sido invisibilizadas5 e postas a serviço da segregação e da confusão.

Entre nós existem diferenças bem reais de raça, idade e sexo. Mas não são essas diferenças que nos separam. O que nos separa é, ao contrário, nossa recusa a reconhecer as diferenças e a analisar as distorções que derivam da falsa nomeação tanto a essas diferenças quanto aos seus efeitos na conduta e nas expectativas humanas:

Racismo, a crença em uma superioridade inerente de uma raça em relação às demais e, portanto, em seu direito de dominação. Sexismo, crença na superioridade inerente de um sexo e, por tanto, em seu direito de dominar. Etarismo. Heterossexismo. Elitismo. Classismo.

Deve haver objetivo permanente de cada uma de nós eliminarmos essas distorções de nossa vida e, ao mesmo tempo, reconhecer, reclamar e definir as diferenças que constituem a base sobre a qual essas ditas distorções se impõem. Porque todas nós temos sido educadas numa sociedade onde aquelas distorções são endêmicas e atravessam as maneiras como vivemos nossas vidas. Com excessiva frequência canalizamos as energias necessárias para reconhecer e analisar as diferenças fingindo que as diferenças sejam barreiras inegociáveis ou simplesmente inexistentes. E ela resulta em isolamento voluntário ou mesmo, em conexões danosas e falsas. Em ambos os casos nós não desenvolvemos os meios de usar as diferenças humanas como trampolim que nos empurre através da criativa mudança em nossas vidas. Em lugar de falar de diferenças, falamos de desvios humanos.

Em algum lugar, num canto da consciência, lá há o chamado da norma mítica, cada um de nós em nossos corações, sabe que “isso eu não sou”. Nos E.U.A, essa norma é normalmente definida como branca, magra, macho, jovem, heterossexual, cristão e financeiramente seguro. É nessa norma mítica onde residem as armadilhas de poder da nossa sociedade. Para aquelxs de nós que estamos fora do referido poder, muitas vezes identificadxs de uma maneira que nos faz diferentes e pressupomos que tal identificação é a causa básica de toda opressão, porém, esquecemos-nos de outras distorções relativas à referencia, algumas das quais, talvez pratiquemos. No atual movimento de mulheres é comum que as mulheres brancas se centrem em sua opressão enquanto mulheres e ignorem as diferenças de raça, orientação sexual, classe e idade. A palavra sororidade leva a uma suposta homogeneidade de experiências que não existe realmente.

As diferenças de classe não reconhecidas privam as mulheres da energia e da visão criativa que poderiam proporcionar entre nós mutuamente. Há pouco tempo, o coletivo de uma revista de mulheres adotou a decisão de publicar um número que incluía apenas prosa, alegando que a poesia era uma manifestação literária menos “rigorosa” e menos “séria”. Pois bem, a maneira em que se materializa a nossa criatividade vem, muitas vezes, determinada por nossa classe social. A poesia é a mais econômica das manifestações artísticas. É a mais oculta, que requer menos esforço físico e menos materiais, e a que pode ser realizada entre turnos de trabalho, em uma despensa de cozinha de hospital ou no metrô, usando qualquer pedaço de papel. Esses últimos anos, em meio à escrita de um romance e com pouco dinheiro, cheguei a compreensão de que há uma enorme diferença entre as exigências materiais de entre poesia e prosa.

Já que reivindicamos uma literatura própria, temos observado que a poesia tem sido a principal voz de pessoas pobres, da classe operária e das mulheres de Cor6. Pode ser que, para escrever prosa, seja necessário dispor de um teto todo seu *, porém, também faz falta: as resmas de papel, a máquina de escrever, além de tempo o suficiente. Requisitos de produção de artes visuais também contribuem para determinar em termos de classe a quem pertence cada forma artística. Nesses tempos em que os materiais têm preços abusivos, quem são nossos escultores, pintores e fotógrafos?Quando falamos de uma cultura de mulheres de ampla base, temos que nos conscientizar dos efeitos que tem as diferenças econômicas e de classe na aquisição dos meios necessários para produzir arte.

Tratamos de criar uma sociedade em que todos podemos avançar, porém, a discriminação baseada na idade é outra distorção das relações que interfere em nossa visão. Ao fazer pouco caso do passado, favorecemos a repetição dos erros. O “abismo geracional” é uma arma social importante para qualquer sociedade repressora. Se as pessoas jovens de uma comunidade consideram que pessoas idosas são desprezíveis, supersticiosos ou supérfluos, nunca serão capazes de somar forças com elas para analisar a Memória viva da comunidade, nem tampouco de perguntar “por quê?”. Dessa relação deriva uma amnésia histórica que nos mantém ocupadxs com a necessidade de inventar a roda a cada vez que saímos pra comprar pão.

Nós vemos na necessidade de repetir e de voltar a aprender as lições que já sabiam nossas mães porque não transmitimos o que aprendemos ou porque somos incapazes de escutar. Quanta vez foi dito “o que estou dizendo agora?”. Por outro lado, “Quem poderia ter imaginado que nossas filhas voltariam a atormentar seus corpos modelando com faixas, cintas e salto alto”.

Ignorar as diferenças de raça entre mulheres e as implicações dessas diferenças resulta numa ameaça séria para a mobilização conjunta de mulheres.

Se as mulheres brancas esquecem os privilégios inerentes à sua raça e definem a categoria mulher baseando-se exclusivamente em sua experiência, as mulheres Negras se convertem nas “outras”, as estranhas cuja experiência e tradição são tão compreensíveis quanto alienígenas. Um sinal disso é o sinal de ausência da experiência de mulheres de Cor nos cursos de Estudos da Mulher. A literatura de mulheres de Cor raramente é incluída nos cursos de literatura de mulheres e, praticamente nunca em outros cursos de literatura ou nos estudos gerais sobre mulheres. A recusa é muitas vezes justificada pelo fato de que “apenas mulheres de Cor” podem ensinar essa literatura, ou que é muito difícil de compreender, ou que não se pode acessar uma experiência “tão diferente”. Tenho ouvido esta argumentação de mulheres brancas que, por mais precária que seja a inteligência, não tem problema algum em lecionar e analisar o trabalho oriundo de experiências vastas de Shakeaspere, Molière, Dostoyevky e Aristófanes. É óbvio que há outra explicação.

Essa é uma questão complexa, mas eu creio que uma das razões para a qual mulheres brancas encontram dificuldade em ler autoras Negras é a relutância em enxergar Negras como mulheres e diferentes delas. A análise da literatura das mulheres Negras requer, de fato, que nos veja como um grupo com todas as nossas complexidades – como indivíduos, como mulheres, como seres humanos em lugar de substituir a verdadeira imagem das mulheres Negras por estereótipos problemáticos, porém familiares que a sociedade proporciona. Na minha opinião, o mesmo pode se dizer a respeito da literatura de outras mulheres de Cor.

A literatura de todas as mulheres de cor recria a textura de nossas vidas e, muitas mulheres brancas estão empenhadas em passar por cima das diferenças autenticas. Pois sim, se elas consideram que a inferioridade de uma das partes é consubstancial à diferença, o reconhecimento disso pode acarretar sentimentos de culpa. Permitir que as mulheres de Cor saiam dos limites dos estereótipos provoca um sentimento de culpa à medida que ameaça a situação cômoda das mulheres que vem a opressão como uma opressão relacionada exclusivamente ao sexo.

Negar a reconhecer as diferenças impede de ver os diversos problemas e perigos os quais enfrentamos todas nós como mulheres. Na estrutura de poder patriarcal, um dos privilégios pontuais é ter a pele branca, uma vez que o enredo usado para neutralizar Negras e brancas não é o mesmo. Por exemplo: é fácil para a mulher Negra ser usada pelo poder estrutural através do homem negro, não porque eles são homens, mas porque eles são negros. Por outro lado, para mulheres Negras, é necessário o tempo todo separar as necessidades do opressor dos seus próprios conflitos legítimos no interior de suas comunidades. Esse problema não existe para mulheres brancas. Mulheres Negras e homens negros têm compartilhado opressão racista e ainda compartilham isso, porém, de diferentes formas. A opressão compartilhada nos tem feito desenvolver defensas e vulnerabilidades conjuntas que não são duplicadas na comunidade brancas, exceto em relações entre judeus e judias.

Por outro lado, mulheres brancas encaram a armadilha de serem seduzidas a se ligar ao opressor sob pretenso compartilhamento de poder. Essa possibilidade não existe dessa mesma forma para mulheres de Cor. As cotas mínimas de participação que, às vezes, nos oferecem não são um convite a ascendermos; nossa outridade racial é uma realidade visível que torna a armadilha visível. Para mulheres brancas, a disposição delas, há uma série de supostas alternativas e recompensas por identificarem-se com o poder patriarcal e suas armas.

Nestes tempos em que Era**** vem a baixo a economia é abalada e aumenta o conservadorismo, as mulheres brancas são mais propensas que as mulheres Negras a caírem na perigosa arapuca de crer que se elas forem suficientemente boas, belas e doces, se ensinarem aos filhos boas maneiras, a quem deve detestar e que deverá se casar com um bom partido, isso permitirá coexistirem em relativa paz com o patriarcado, ao menos até que um homem necessite de posto de trabalho ou até que cruze com o violador do bairro. É certo que, a não ser que se viva em trincheiras, é difícil recordar que a guerra contra a desumanização jamais cessa.

Nós mulheres Negras e nossas filhas sabemos que a violência e o ódio formam parte inextrincável da trama de nossas vidas e que não há descanso possível. Não apenas enfrentamos a eles nas barricadas ou nos becos escuros, mas também nos lugares onde nos atrevemos a verbalizar nossa resistência. Para nós, a violência está cada vez mais entrelaçada ao nosso cotidiano; a encontramos no supermercado, na sala de aula, no elevador, na clínica, no pátio da escola, do encanador, do padeiro, da vendedora, do motorista de ônibus, do caixa-de-banco, da garçonete que não nos atende.

Alguns problemas nós compartilhamos como mulheres, outros não. Seu medo de seu filho crescer e adentrar o patriarcado e testemunhar contra você, nosso medo de nossas crianças sejam arrastadas por carros e jogadas na rua, e você retomará mais uma vez as razões de morte deles.

Aquele tipo de diferença tem sido menos obliterado para POC. Aquelxs de nós que são Pretas poderiam ver que a realidade de nossas vidas e nossos esforços não nos torna imunes aos erros da invisibilização e não-nomeação da diferença. Na comunidade negra onde o racismo é uma realidade vivida por todxs, diferenças entre nós muitas vezes parecem perigosas e suspeitas. A necessidade de unificação é, muitas vezes, nomeada erroneamente como uma necessidade de homogeneidade, e o Feminismo Negro comete o grande erro de trair sua visão em prol dos interesses gerais. Devido à batalha contínua contra o apagamento racial que pessoas Negras compartilham, algumas mulheres Negras ainda se recusam a elaborar que nós somos também oprimidas porque somos mulheres, e a hostilidade sexual contra mulheres Negras é praticada não apenas pela sociedade branca e racista, mas implementada através de nossas comunidades negras com sucesso. Isso é uma doença que golpeia o coração da nação negra e o silencio não fará com que o problema desapareça. Exasperados pelo racismo e as pressões da falta de poder, violentar a atacar Negras e crianças muitas vezes se torna nossa comunidade um estandarte, uma das quais medidas de virilidade. Em suma, é raro aludir a esses aspectos de ódio contra a mulher quando se fala de crimes cometidos contra as Negras.

O grupo de mulheres de Cor é o pior remunerado nos EUA. Primeiro nós somos submetidas primeiro a abusivas violências como aborto e esterilização aqui e no exterior. Em certas partes da África, garotas pequenas continuam sendo circuncisadas para “manter a docilidade para o prazer dos homens”. Esse fato não é um affair cultural (sexualidade agressiva) como inistiu Jomo Kenyatta, isso é um crime contra a mulher Negra.

A literatura de mulheres Negras é permeada de dor de frequentes ataques, não apenas pelo patriarcado racista, mas também por homens negros. Já a necessidade de uma história de compartilhamento que nos constituiu, mulheres Negras, particularmente vulneráveis à acusação falsa de que o anti-sexismo é anti-negro. Tal como assinala o escritor negro Kalamu ya Salaam: enquanto houver dominação masculina haverá violação. Apenas a revolta das mulheres e a tomada de consciência de suas responsabilidades na luta contra o sexismo por parte dos homens poderá acabar com essas violências sexuais.

As diferenças existentes entre as mulheres Negras também recebem nomes falsos e se empenham na separação uma das outras. Sendo como eu sou, feminista lesbiana e Negra, que se sente cômoda com os diversos e numerosos ingredientes de sua identidade, assim como uma mulher comprometida com a liberação racial e sexual, me encontro uma vez mais na situação de que se me pede que abandone algum dos aspectos de mim e o apresente como se fosse o todo, eclipsando e negando as demais partes que me compõem. Porém, viver assim é destrutivo e fragmentário. Para concentrar minhas energias necessito integrar todas as partes do que eu sou, sem ocultar nada, permitindo que o poder que emana de minhas distintas fontes de minha existência flua livremente entre meus distintos seres, sem o impedimento de uma definição imposta desde fora. Somente assim posso me por, com todas as minhas energias, a serviço das lutas às quais me entrego e formam parte de minha vida.

O medo das lesbianas, o de ser tachada como tal, tem levado muitas mulheres Negras a testemunhar contra si mesmas. Há algumas de nós que têm se lançado à alianças destrutivas e outras que tem sido levadas à desesperação e ao isolamento. Nas comunidades de mulheres brancas, o heterossexismo, às vezes, o resultado de uma identificação com o patriarcado branco e constitui uma recusa a essa independência das mulheres identificadas com as mulheres que permite que sejam elas mesmas em vez de estar a serviço dos homens. Outras vezes reflete a mortal crença na colaboração protetiva de relacionamentos heterossexuais, as vezes o auto-ódio que toda mulher deve lutar contra.

Estas atitudes estão presentes em alguma medida em todas as mulheres, mas em mulheres Negras onde se encontram maiores ressonâncias do heterossexismo e da homofobia. O vínculo entre mulheres tem uma larga e honorável história nas comunidades africanas e afro-americanas e, apesar dos enganos e conhecimentos demonstrados por muitas mulheres Negras identificadas com mulheres, fortes e criativas, que têm destacado nas esferas política, social e cultural, as mulheres Negras heterossexuais tendem a desdenhar ou a serem omissas da existência e a obra de lesbianas Negras. Esta atitude deriva em parte de um compreensível terror contra as represálias masculinas e o estreito ambíguo da sociedade Negra, onde o castigo contra qualquer intento de autoafirmação por parte da mulher segue sendo que te acusem de lesbiana e, em consequência, de não merecer as atenções nem o apoio dos homens Negros que são um bem escasso. Mas a necessidade de estigmatizar ou relegar ao esquecimento as lésbicas Negras também deriva de um medo muito real de que as mulheres negras identificadas com as mulheres, que tem deixado de depender dos homens para definir a si mesmas, possam chegar a reorganizar nosso conceito de reações sociais.

As Mulheres Negras, que insistiam na ideia de que a lesbiandade era um problema de mulheres brancas, se empenharam em propor que as lesbianas Negras são uma ameaça para a nação Negra, uma vez que são aliadas do inimigo e uma negação do que é ser negro. Essas acusações, lançadas por mulheres são as que precisamos buscar uma compreensão real e profunda, tem induzido a muitas lesbianas Negras a manterem-se ocultas, atravessadas entre dois fogos: o do racismo das mulheres brancas e a homofobia de suas irmãs. Muitas vezes, o trabalho delas tem sido ignorado, trivializado ou não-nomeado, tanto trabalhos de Angelina Grimke, Alice Dunbar-Nelson, Lorraine Hansberry. Em sem problemas, as mulheres vinculadas a outras mulheres, já foram nossas tias solteiras ou as amazonas de Daomé, sempre tem contribuído para conformar o poder das comunidades negras.

E, certamente, não são as lesbianas que agridem as mulheres e violam meninas e as avós nas ruas de nossas comunidades.
Em todo o país, as lesbianas Negras estão na vanguarda dos movimentos contra a violência sofrida pelas mulheres Negras; estiveram, por exemplo, nos protestos que se desencadearam em Boston na primavera de 1979 doze assassinados de mulheres Negras.

Quais aspectos concretos de nossas vidas devemos analisar e modificar com objetivo de contribuir de modo a se produzir mudanças? Como redefinirmos as diferenças? Não são as nossas diferenças as que nos separam e sim a renúncia de reconhecer as diferenças e a desmontar as distorções derivadas de omissões das diferenças ou denominá-las de forma que não apropriada.

Um dos mecanismos de controle social consiste em induzir as mulheres a outorgar legitimidade a uma só área das diferenças humanas, a que existem entre as mulheres e os homens. E todas temos aprendido a enfrentarmos essas diferenças contra com a primeira que caracteriza a atitude de qualquer subalternizado. Todas temos tido que aprender a trabalhar e a coexistir com os homens desde os nossos pais. Temos reconhecido as diferenças e nos temos adaptado a elas, inclusive quando reconhecê-la suporia perpetuar o velho modelo de relações humanas dominante/dominado, segundo o qual o oprimido deve aceitar a diferença do amo se quiser sobreviver.

Porém a nossa sobrevivência futura depende da nossa capacidade para relacionarmos um plano de igualdade. Se as mulheres desejamos enganar a mudança social que não seja sob aspectos meramente superficiais, temos que arrancar a raiz dos modelos de opressão que temos interiorizado. Devemos reconhecer as diferenças que nos distinguem de outras mulheres que são nossas iguais, nem inferiores, nem superiores e desenhar os meios que nos permitam utilizar as diferenças para enriquecer nossa visão e nossas lutas comuns.

O futuro da Terra pode depender da capacidade das mulheres para identificar e desenvolver novas definições do poder e novos modelos de relação entre as diferenças. As velhas definições não tem sido benéficos para nós e nem para a terra que nos sustenta. Os velhos modelos são habilmente retocados para imitar o processo, seguem condensando-nos a incorrer na repetição camuflada das relações de sempre, do sentimento de culpa de sempre, do ódio, a recriminação, os lamentos e a desconfiança.
Pois levamos incorporadas as velhas pautas que nos marcam umas expectativas e umas formas de resposta, as velhas estruturas de opressão e tudo isso tendemos que modifica-lo assim que modificarmos as condições de vida que são consequência de ditas estruturas. Pois as ferramentas do senhor nunca desmontam a casa do amo. Tal como explica brilhantemente Paulo Freire**** em Pedagogia o Oprimido, o verdadeiro objetivo da troca revolucionária não é apenas a situação de opressão da qual pretendemos nos libertar, mas também é a parte do opressor que foi implantada em nosso interior e que somente conhece tais táticas dos opressores e as relações dos opressores.

Toda mudança comporta um crescimento e o crescimento pode ser doloroso. Mas ao mostrar nosso ser mediante a luta e o trabalho compartilhado com aquelas a quem definimos como diferentes e as que nem tanto, nos unem por objetivos comuns, vamos conseguindo perfilar melhor a definição de nós mesmas. Esta pode ser a via de sobrevivência para todas as mulheres, Negras, brancas, maiores ou jovens, lesbianas ou heterossexuais.

Temos-nos escolhido uma a outra como companheiras
Para compartilhar cada porção de nossas batalhas em comum
A guerra é a mesma
Se nós perdermos
Algum dia o sangue das mulheres
Cobrirá uma vez o planeta morto
Se vencermos
Não há o que contar
Buscaremos atrás da história
For uma melhor e mais possível relação.

Thanks:
Professora Virgínia V. Leal
Pelo primeiro olhar, questionamentos e sugestões

NOTAS

  • O título original do texto é Age, Race, Class and Sex: Women Redefining Difference. Paper delivered at the Copeland Colloquium, Amerst College, April 1980. Reproduced in: Sister Outsider Crossing Press, California 1984. Acesso em 5 out. 15. Traduzido para a disciplina de Pós Graduação em Literatura e Práticas Sociais da Universidade de Brasília (UnB) ministrada pela professora Virgínia Vasconscelos Leal.
    • “Audrey Geraldine Lorde foi uma escritora caribenha-americana, feminista radical, mulherista, lésbica e ativista dos direitos civis. Um dos seus esforços mais notáveis foi o seu trabalho militante com as mulheres afro-alemães na década de 1980” – O artigo completo está aqui na Wikipedia.
      • Referência ao ensaio da escritora inglesa Virginia Woolf, Um teto todo seu publicado em 1929. Apesar do texto clássico de Woolf tenha sido importante por revelar questões sobre escrita de mulheres, a história das mulheres o lugar de fala da autora tem limites que Lorde pontua com propriedade. Tem um pouco do ensaio da Viginia Woolf aqui no google books (em inglês).
        • Paulo Freire: Paulo Reglus Neves Freire foi um educador, pedagogista e filósofo brasileiro. É considerado um dos pensadores mais notáveis na história da Pedagogia mundial, tendo influenciado o movimento chamado pedagogia crítica (Artigo da Wikipedia completo: aqui)
livre do texto “WHILE I WRITE” de Grada Kilomba. Acesso em 18 mai. 15. o texto original use “make” no sentido de “fazer” traduzi por “produzir” tomando ideias pós-coloniais de Grada Kilomba de uma vivência contemporânea de diversas experiências da “plantation” mediada pelo idioma e por símbolos que semeiam profundamente a subjetividade de indivíduos negrxs (KILOMBA, 2010). como observado na coletânea “The Black Woman: na anthology” (CADE, 1970), um marco para a escrita de mulheres Negras nos Estados Unidos, optei por grafar Negra (ao referir-se à interseção mulher e Negra) para diferenciar de pessoa negra. usa Terceiro Mundistas que é um termo usual naquela época, mas que, atualmente, caiu em desuso (ao menos) formalmente. da ideia de que o “que não tem nome”, o não nomeado não existe, notamos as limitações da língua imposta nos processos de colonização como comprometidamente insuficientes para a expressão de experiências subalternizadas. People of color (POC) como “pessoas de cor” e não como “pessoas negras” pra evidenciar que o colorismo não é uma questão particularmente brasileira e, também, para deixar a marca temporal do texto original. Afinal de contas: branco é uma cor socialmente codificada como não cor, uma visão localizada no privilégio branco. Quanto ao Estados Unidos, a definição “pessoas de cor” inclui todos os povos (não apenas os indivíduos) não-brancos, não-cristãos (negros, judeus, indianos, chineses, árabes), enquanto, no Brasil, a discriminação contra o indivíduo se dá pela cor da pele e traços fenotípicos negros e/ou indígenas (raça/cor segundo o IBGE).

REFERÊNCIAS
CADE, Toni (org.). The black woman: an anthology. Canada: A Mentor Book, 1970.KILOMBA, Grada. While I write. Disponível em: . Acesso em 18 mai. 15.
______. Plantation Memories: episodes of everyday racism. Budapeste: Unrast, 2010.
LORDE, Audre. Sister outsider: essays and speeches. California: The Crossing Press, 1984.

retirado do blog www.pretaenerd.com.br

Usos da Raiva

mulheres respondendo ao Racismo

Os usos da raiva: Mulheres respondendo ao racismo”

Em junho de 1981, Audre Lorde fez a apresentação principal na conferência da Associação Nacional de Estudos de Mulheres, em Storrs, Connecticut. A sua apresentação aparece abaixo.
Racismo. A crença na superioridade inerente de uma raça sobre todas as outras e, portanto, o direito de dominação, manifesto e implícito.

As mulheres respondem ao racismo. Minha resposta ao racismo é raiva. Eu vivi boa parte da minha vida com essa raiva, ignorando-a, me alimentando dela, aprendendo a usar antes que jogasse minhas visões no lixo. Uma vez fiz isso em silêncio, com medo do peso. Meu medo da raiva não me ensinou nada. O seu medo dessa raiva também não vai te ensinar nada.

Mulheres respondendo ao racismo significa mulheres respondendo a raiva; raiva da exclusão, dos privilégios não questionados, das distorções raciais, do silêncio, do maltrato, esteriotipização, defensividade, má nomeação, traição, e captação.

Minha raiva é uma resposta às atitudes racistas e às ações e presunção que surgem dessas atitudes. Se você lidar com outras mulheres reflete essas atitudes, então minha raiva e seus medos são focos que podem ser usados para crescimento, da mesma forma em que eu usei aprender a lidar com a raiva para o meu crescimento. Mas para controle de danos, não para culpa. Culpa e defensividade são tijolos numa parede contra a qual todas nós batemos; ela não serve a nenhum de nossos futuros.

Como eu não quero que isso se torne uma discussão teórica, eu vou dar alguns exemplos de trocas entre mulheres que ilustram esses pontos. Por falta de tempo, eu vou encurtá-las. Quero que saibam que houve muitas outras.
Por exemplo:

- eu falo sobre raiva direta e particular em uma conferência acadêmica, e uma mulher branca diz, “diga-me como você se sente, mas não fale de forma muito hostil ou eu não consigo te escutar”. Mas é a minha forma de falar que a impede de ouvir, ou a ameaça de uma mensagem que possa fazer com que a vida dela mude?
- o Programa de Estudos de Mulheres de universidade do Sul convida uma mulher Negra para ler seguindo um fórum de uma semana sobre mulheres brancas e Negras. “O que essa semana te deu?” eu pergunto. A mulher branca mais “vocal” diz, “eu acho que me deu muito. Eu sinto que as mulheres Negras me entendem muito melhor agora; elas têm uma ideia mais clara de onde eu venho”. Como se entendêssemos a participação dela no problema do racismo.
- depois de 15 anos de movimento de mulheres que professam se dirigir aos problemas de vida e possíveis futuros de todas as mulheres, eu escuto, campus depois de campus, “como podemos dirigir problemas de racismo? Nenhuma mulher de Cor apareceu”. Ou, do outro lado dessa fala, “não temos ninguém no nosso departamento preparada para ensinar o trabalho delas”. Em outras palavras, racismo é problema das mulheres Negras, e somente nós podemos discutir isso.
- depois de ler o meu trabalho intitulado “poemas para mulheres com raiva”, uma mulher branca me pergunta: “você vai fazer alguma coisa em relação a como vamos lidar diretamente com a nossa raiva? Eu acho isso tão importante.”. Eu pergunto, “como você usa sua raiva?”. E então eu tenho que me distanciar da brancura do olhar dela, antes que ela me convide para participar de sua aniquilação. Eu não existo para sentir a raiva dela por ela.
- mulheres brancas estão começando a examinar as suas relações com mulheres Negras, ainda assim, eu costumo ouvi-las querendo lidar apenas com pequenas crianças de cor pelas ruas da infância, a adorável babá, a colega de classe ocasional da segunda série – aquelas memórias ternas do que um dia foi misterioso e intrigante ou neutro. Você evita as suposições formadas pela risada estridente do Stymi e Alfafa, a mensagem aguda do lenço da sua mãe no banco do parque porque eu tinha acabado de me sentar ali, os retratos desumanizadores e que não podem ser apagados do Amo ‘n Andy e as histórias cheias de humor que seu pai contava na hora de dormir.
- eu estava com a minha filha de dois anos no carrinho de compras pelo supermercado em Eastchester, em 1967, e uma garotinha passando no carrinho ao lado grita excitada, “Olha, Mamãe, uma empregada bebê!”. E sua mãe de silencia, mas não te corrige. Mas eu escuto que sua está cheia de terror e doença.
- uma acadêmica branca recebe o aparecimento de uma de mulheres não-Negras de Cor. “Isso me permite lidar com o racismo sem ter que lidar com a dureza das mulheres Negras”, ela diz para mim.
- num encontro cultural internacional de mulheres, uma poeta americana branca bem conhecida interrompe a leitura do trabalho de uma mulher de Cor para ler o seu próprio poema, e depois desaparece para um “evento importante”.
Se mulheres acadêmicas realmente querem um diálogo sobre racismo, será necessário que se reconheça as necessidades e os contextos de vida de outras mulheres. Quando uma mulher acadêmica diz, “Eu não posso pagar por isso”, ela quer dizer que ela está fazendo uma escolha sobre como gastar o dinheiro disponível dela. Mas quando uma mulher que sobrevive de suporte social diz, “eu não posso pagar por isso”, ela quer dizer que ela está sobrevivendo com uma quantia de dinheiro que mal era suficiente em 1972, e ela frequentemente fica sem dinheiro suficiente para comer. Ainda assim, a Associação Nacional de Estudos de Mulheres, aqui em 1981, promove uma conferência na qual se compromete a responder ao racismo, ainda assim recusa a retirar a taxa de inscrição para mulheres pobres e de Cor que queriam estar presentes e conduzir workshops. Isso fez com que fosse impossível para diversas mulheres de Cor estarem aqui e participarem dessa conferência – por exemplo, Wilmette Brown, da Black Women for Wages for Housework. Isso era para ser mais um caso da academia discutindo a vida dentro dos circuitos fechados da academia?

Para as mulheres brancas que reconhecem essas atitudes como familiares, mas principalmente, para todas as minhas irmãs de Cor que viveram e sobreviveram a milhares desses encontros – para as minhas irmãs de Cor que gostam de mim e tremem sua raiva sob as rédeas, ou para quem as vezes questiona a expressão da nossa raiva como inútil e despreocupada (as acusações mais populares) – eu quero falar sobre raiva, minha raiva, e o que eu aprendi com as minhas viagens pelos domínios dela.

Tudo pode ser usado / exceto o que pode ser jogado fora / (você vai precisar / se lembrar disto quando for acusada de destruição’).

Toda mulher tem um arsenal bem guardado de raiva potencialmente útil contra aquelas opressões, pessoal e institucional, que fez com que aquela raiva existisse. Focadas com precisão elas podem se tornam poderosas fontes de energia servindo o progresso e mudança. E quando eu falo de mudança, eu não quero dizer a simples mudança de posições ou uma diminuição temporária das tensões, ou a habilidade de sorrir e se sentir bem. Eu estou falando da alteração básica e radical dessas presunções que sublinham as nossas vidas.

Eu já vi situações onde mulheres brancas escutam uma chamada de atenção racista, ressentindo o que foi dito, e se enchendo de fúria, e se mantém em silêncio porque elas têm medo. Aquela raiva não expressada fica dentro delas como bombas não detonadas, normalmente para ser jogada a primeira mulher de Cor que falar sobre racismo.

Mas raiva expressa e traduzida em ação a serviço da nossa visão e do nosso futuro é um ato de iluminação1da libertação e empoderamento, porque é no processo doloroso desta tradução que identificamos quem são os nossos aliados com quem nós temos sérias diferenças e são nossos inimigos genuínos.

Raiva é cheia de informação e energia. Quando eu falo de mulheres de Cor, eu não falo apenas de mulheres Negras. As mulheres de Cor que não são Negras que me acusa de torná-la invisível por assumir que as lutar dela contra o racismo são idênticas às minhas tem algo para me dizer e é melhor que eu aprenda com isso, que nós duas nos desgastamos lutando com as verdades entre nós. Se eu participo, voluntariamente ou não, da opressão da minha irmã e ela me chama a atenção sobre isso, responder à raiva dela com a minha apenas esvazia a substância do nosso intercâmbio partilha com reação reatividade. Isso gasta energia. E, sim, é muito difícil ficar quieta ainda e escutar a voz de outra mulher delinear uma agonia da qual eu não partilho, ou uma da qual eu contribui.

Neste lugar, nós falamos retiradas dos lembretes mais desagradáveis de nossa posição defensiva enquanto mulheres. Isso não precisa nos cegar ao tamanho e complexidade das forças montando contra nós e tudo aquilo que é mais humano dentro do nosso ambiente. Nós não estamos aqui enquanto mulheres analisando racismo em um vácuo político e social. Nós operamos nos dentes de um sistema onde o racismo e o sexismo são primários, estabelecidos e propriedades necessárias de lucro. Mulheres respondendo ao racismo é um tópico tão perigoso que quando a mídia local tenta desacreditar a conferência, ela escolhe focar no fornecimento de abrigo para lésbicas como um artefato de mudança de foco – como se o Hartford Courant não ousasse mencionar o tópico escolhido para discussão aqui, racismo, que fez com que fosse aparente que mulheres estão, de fato, tentando examinar e alterar todas as condições repressivas das nossas vidas.

A mídia cotidiana não quer mulheres, principalmente as brancas, respondendo ao racismo. Ela quer que o racismo seja aceito como imutável, dado a situação da nossa existência, como o resfriado noturno comum.
Então estamos trabalhando em um contexto de oposição e ameaça, a causa que certamente não é a raiva que está entre nós, mas sim aquele ódio virulento e gigantesco contra todas as mulheres, pessoas de Cor, lésbicas e homens gays, pessoas pobres – contra todos nós que estamos buscando examinar os detalhes de nossas vidas enquanto resistimos às opressões, seguindo em direção a colisão e ação efetiva.

Qualquer discussão entre mulheres sobre racismo deve incluir o reconhecimento e o uso da nossa raiva. Está discussão deve ser direcionada e criativa porque é crucial. Não podemos permitir que nosso medo de raiva nos deflete ou nos seduza a nada menos que o trabalho dura de escavar honestidade; nós temos que ser bem sérias sobre o ódio deles por nós e sobre o que estamos tentando fazer aqui.

E enquanto nós examinamos a face normalmente dolorosa da raiva umas das outras, por favor, lembre-se que não é a nossa raiva que faz com que tenhamos o cuidado de trancar as nossas portas à noite ou a não vagar pelas ruas de Hartford sozinhas. É o ódio deles que nos espia naquelas ruas, a urgência de nos destruir se nós trabalharmos de verdade por mudanças em vez de satisfazer a retórica acadêmica.

Este ódio e nossa raiva são diferentes. O ódio é a fúria daqueles que não partilham de nossos objetivos, e os quais tem como objetivo a morte a destruição. Raiva é um luta de distorções entre pares, e o seu objetivo é a mudança. Mas nosso tempo tem se encurtado. Nós fomos criadas para ver qualquer diferença além do sexo como motivo para a destruição, e para mulheres Negras e mulheres brancas enfrentarem a raiva umas das outras sem negação, imobilidade, silêncio ou culpa é, em si mesma, uma ideia geradora e herética. Isso implica em pares se conhecendo em cima de uma base em comum para examinar diferença, e em alterar aquelas distorções que a história criou ao redor da diferença. Porque são essas distorções que nos distanciam. E nós precisamos nos perguntar: quem lucra com tudo isso?

Mulheres de Cor na américa cresceram dentro de uma sinfonia de raiva por serem silenciadas, não escolhidas, por saberem que quando sobrevivemos é apesar de um mundo que não valoriza a nossa falta de humanidade, e que odeia a nossa simples existência fora do seu serviço. E eu digo sinfonia no lugar de cacofonia porque nós tivemos que aprender a orquestrar aquelas fúrias para que elas não nos destruíssem. Nós tivemos que aprender a nos mover entre ela e a usá-la como força e poder e ideias dentro das nossas vidas cotidianas. Aquelas de nós que não aprenderam isso, não sobreviveram. E parte da minha raiva é sempre uma queda pelas minhas irmãs que caíram.
Raiva é uma reação apropriada para atitudes racistas, como é a fúria quando as ações que surgem daquelas atitudes não mudam. Para aquelas mulheres aqui que temem mais a raiva de mulheres de Cor do que as atitudes racistas não analisadas, eu pergunto: a raiva das mulheres de Cor é mais ameaçadora do que o ódio às mulheres que impacta todos os aspectos das nossas vidas?

Não é a raiva de outras mulheres que vai nos destruir, mas a recusa a ficar calada, escutar o ritmo, aprender dentro dele, a se mover para além da forma de apresentação do conteúdo, a fazer com que aquela raiva seja uma importante força de empoderamento.

Eu não posso esconder a minha raiva para tratar gentilmente a sua culpa, ou não machucar seus sentimentos, ou não responder à raiva; porque fazê-lo insulta e banaliza todos os nossos esforços. Culpa não é uma resposta à raiva; é uma resposta à ação ou falta de ação de alguém. Se leva à mudança, então pode ser útil, já que não é mais culpa e sim começo de conhecimento. Ainda assim, muito frequentemente, culpa é apenas mais uma resposta para impotência, para defensividade destrutiva de comunição; se torna uma ferramenta para proteger a ignorância e a continuação das coisas como são, a mais nova proteção da falta de mudança.

A maior parte das mulheres não desenvolveu ferramentas para encarar a raiva de maneira construtiva. Grupos de promoção de consciência no passado, majoritariamente branca, lidaram com como expressar a raiva, normalmente em um mundo de homens. E esses grupos eram feitos de mulheres brancas que partilhavam os termos de suas opressões. Havia pouca tentativa de articular diferenças genuínas entre mulheres, como aquelas de raça, cor, idade, classe e identidade sexual. Não havia necessidade aparente naquele tempo de examinar as contradições do “eu”, mulher como opressora. Havia trabalho em expressar raiva, mas muito pouco sobre raiva vinda de uma mulher e direcionada a outra mulher. Nenhuma ferramenta foi desenvolvida para lidar com a raiva de outras mulheres, a não ser evitar, recuar ou se esconder debaixo de um cobertor de culpa.
Eu não tenho nenhuma utilidade para a culpa, a sua ou minha. Culpa é apenas mais uma forma de evitar ação informada, de comprar tempo da necessidade de fazer escolhas limpas, fugir da tempestade que se aproxima e que pode alimentar a terra ou quebrar árvores. Se eu falo com raiva com você, pelo menos eu falei com você: eu não coloquei uma arma na sua cabeça e atirei no meio da rua; eu não olhei pro corpo ensanguentado da sua irmã e perguntei “o que ela fez para merecer isto?”, essa foi a reação de dois homens brancos a Mary Church terrel contando a história do linchamento da uma mulher Negra grávida que depois teve seu bebê tirado dela. Aquilo foi em 1921, e Alice Paul tinha acabado de recusar endossar o processo de inclusão da 19º Ementa para todas as mulheres – por recusar a inclusão de mulheres de Cor, ainda que nós tenhamos trabalhado para ajudar a criar aquela Ementa.

A raiva entre mulheres não vai nos matar se nós pudermos articulá-la com precisão, se nós escutarmos o conteúdo que é dito com pelo menos a mesma intensidade com que nos defendemos da forma como é dito. Quando nos viramos para a raiva, nos viramos para as novas ideias, dizendo que apenas aceitaremos os modelos já conhecidos, mortal e seguramente familiares. Eu tentei aprender a utilidade da minha raiva para mim, assim como as limitações.

Para as mulheres criadas para temer, muito frequentemente a raiva ameaça aniquilação. Na construção masculina de força bruta, nós fomos ensinadas que nossas vidas dependiam da boa vontade do poder patriarcal. A raiva dos outros deveria ser evitada a todo custo porque não havia nada que pudesse ser aprendido dela, a não ser dor, um julgamento de que tínhamos sido meninas más, não fizemos o que deveríamos ter feito. E aceitarmos nossa falta de poder, aí sim então qualquer raiva pode nos destruir.

Mas a força das mulheres está em reconhecer as diferenças entre nós como criativas, e a se posicionar diante das distorções que agregamos sem culpa, mas que agora são nossas para serem alteradas. As raivas das mulheres podem transformas a diferenças por meio de novas ideias e em poder. Porque a raiva entre pares faz nascer mudança, não destruição, e o desconforto e sensação de perda que normalmente causa não é fatal, mas um sinal de crescimento.

Minha resposta ao racismo é raiva. Aquela raiva que comeu espaços dentro da minha vida apenas quando permaneceu não dita, inútil a qualquer pessoa. Também me serviu em salas de aula de luz ou sem aprendizado, onde o trabalho e história de mulheres Negras eram menos que vapor. A raiva me serviu como um fogo numa zona de gelo de olhos incompreensíveis de mulheres negras que veem na minha experiência e na experiência do meu povo apenas novas razões para medo e culpa. E minha raiva não é desculpa para você não lidar com a sua cegueira, não é motivo para se retirar dos resultados de suas próprias ações.
Quando mulheres de Cor falam sobre a raiva que intercala tantos de nossos contatos com mulheres brancas, frequentemente nos é dito que estamos “criando um clima de desesperança”, “impedindo que mulheres brancas superem a culpa” ou “ficando no caminho de comunicação e ação confiável”. Todas estas citações vêm diretamente de cartas a mim de membros desta organização dentro dos últimos dois anos. Uma mulher escreveu, “porque você é Negra e Lésbica, você parece querer falar com moral e autoridade sobre sofrimento”. Sim, eu sou Negra e Lésbica, e o que você escuta na minha voz é fúria e não sofrimento. Raiva e não autoridade moral. Há uma diferença.

Fugir da raiva de mulheres Negras com a desculpa ou o pretexto de intimidação é premiar ninguém com poder nenhum – é apenas outra forma de preservar a cegueira racial, o poder dos privilégios não mencionados, não violados, intactos. Culpa é apenas mais uma forma de objetificação. É sempre pedido que pessoas oprimidas alonguem um pouco mais, para preencher o espaço entre cegueira e humanidade. É sempre esperado de mulheres Negras que elas usem sua raiva apenas em serviço do resgate ou aprendizado de outras pessoas. Mas aquele tempo acabou. Minha raiva já significou dor para mim, mas também já significou sobrevivência, e portanto eu desisto que eu vá conseguir ter certeza de que alguma coisa seja tão poderosa quanto para substituir o caminho da claridade.

Que mulher aqui está tão enamorada de sua opressão que ela não consegue se controlar para não pisar com o salto na cara de outra mulher? Que termos da opressão das mulheres se tornaram tão preciosos e necessários para ela como um bilhete na pasta de certeza moral, longe dos ventos frios da auto-avaliação?
Eu sou uma mulher lésbica de Cor, cujas crianças comem regularmente porque eu trabalho em uma universidade. Se as barrigas cheias das minhas crianças faz com que eu falhe em reconhecer a minha semelhança com as mulheres de Cor cujas crianças não comem porque ela não encontra emprego, ou com as mulheres que não têm filhos porque o seu útero está apodrecido dos abortos clandestinos e esterilizações; se eu falho em reconhecer a lésbica que escolhe não ter filhos, a mulher que permanece no armário porque a comunidade homofóbica onde ela vive é seu único suporte de vida, a mulher que escolhe o silêncio no lugar de mais uma morte, a mulher que morre de medo que a minha raiva acione a explosão dela; se eu falho em reconhecê-las enquanto outras faces de mim, então eu estou não apenas contribuindo com a opressão delas, mas com a minha própria opressão, e a raiva que permanece entre nós deve então ser usada para esclarecimento e empoderamento mútuo, não para evasão por culpa ou futura separação. Eu não sou livre enquanto outras mulheres são prisioneiras, mesmo quando as amarras delas são diferentes das minhas. E eu não sou livre enquanto outra pessoa de Cor permanece acorrentada. Nem nenhuma de vocês é.

Eu falo aqui como uma mulher de Cor que não quer destruição, mas sobrevivência. Nenhuma mulher é responsável por alterar a psique de seu opressor, mesmo quando aquela psique está encorpada em outra mulher. Eu cuidei dos lábios de raiva dos lobos e eu os usei para iluminação, risada, proteção, fogo em lugares onde não havia luz, comida irmãs ou dinheiro. Nós não somos deusas ou matriarcas ou edifícios de perdão divino; nós não somos dedos caracterizados de julgamento ou flagelação; nós somos mulheres sempre forçadas a recuar do nosso poder de mulher. Nós aprendemos a lidar com a raiva como aprendemos a usar a carne morte dos animais, e machucadas, com marcas, batidas e mudadas, nós sobrevivemos e crescemos e, nas palavras de Angela Wilson, nós estamos mudando. Com ou sem mulheres sem cor. Nós usamos sejam quais forem as forças pelas quais lutamos, incluindo a raiva, para ajudar a definir e criar um mundo onde todas as nossas irmãs possam crescer, onde nossas crianças possam amar, e onde o poder de tocar e encontrar as diferenças de outras mulheres e suas maravilhas vai eventualmente transcender a necessidade de destruição.

Pois não é a raiva de mulheres Negras que está escorrendo sobre este mundo como um líquido doente. Não é a minha raiva que lança foguetes, gasta mais de sessenta mil dólares por segundo em mísseis e outros agentes de guerra e morte, mata crianças nas cidades, estoca gás de nervos e bombas químicas, sodomiza nossas filhas e nossa terra. Não é a raiva de mulheres Negras que corrói em poder cego e desumanizador, curvado sobre a aniquilação de todas nós, se não o encontramos com o que temos, o nosso poder de examinar e redefinir os termos sob os quais vamos viver e trabalhar; nosso poder de prever e de reconstruir, a raiva pela raiva dolorosa, pedra sobre pedra pesada, um futuro de polinização da diferença e a terra para apoiar as nossas escolhas.

Nós acolhemos todas as mulheres que podem nos encontrar, frente a frente, para além da objetificação e para além da culpa.

NOTAS

1. O termo usado pela autora foi ‘clarification’, que poderia ser traduzido como ‘clarificação’, porém como o movimento negro feminista brasileiro ensinou que não devemos reproduzir o racismo de palavras como ‘esclarescer’ ou ‘ficar claro’, modificamos para algo que parecia também representar melhor a tradução.

Tradução por Agnes Aguiar

Aprender dos Sessenta

Olhando-nos nos olhos

mulheres negras, ira e ódio

 

tem um word ao lado com o texto em espanhol

 
 

alguem consegue baixar e subir em anexo? pt.scribd.com/document/246987143/Sister-Outsider-Essays-and-Speeches-by-Audre-Lorde

 
   

original em inglês: we.riseup.net/radfemarchives/lorde-audre-sister-outsider+475116